Aún pensamos que la animación es para niños

Aún pensamos que la animación, así, en general, es solo para niños. Leyendo la prensa y escuchando hablar a los padres me doy cuenta del terrible prejuicio que conlleva. Y oye, que todavía no nos quitamos ese estigma de encima. Porque muchos sabemos que no es así, pero no hacemos nada por cambiarlo.

Aún pensamos que la animación no es para todas las edades

Recientemente he leído en un medio de comunicación digital que atribuyen el calificativo de «juvenil» al anime japonés, que es el tema central de la noticia en cuestión. Estaban hablando de One Piece y sus películas, pero luego aludían al anime en general. Teniendo en cuenta los años que lleva emitiéndose anime japonés en España, y los años que tenemos yo y mis amistades, creo que es un gravísimo error. Si bien mencionaban acercarse al público juvenil (pongamos, hasta 22 años), podemos tener un problema de entendimiento y de juicio social.

Cuando tenía la tienda, la mayoría de clientes que compraban el manga de One Piece tenían entre 25 y 40 años. Los clientes que consumían su merchandising eran, ante todo, menores y jóvenes. Y esto solo limitándome a mi clientela. Conozco, de sobra, gente en la treintena y cuarentena que sigue las aventuras de Luffy; ya sea porque cuando empezó la serie eran unos críos o bien porque, sencillamente, les gusta. Y os puedo asegurar que este manga/anime puede ser de todo menos solamente juvenil.

El público objetivo

En Japón las cosas funcionan de una manera muy concreta. Dividen las obras por edades, por el público objetivo al cual irá destinado el producto. One Piece es un shonen, es decir, para adolescentes. La finalidad del creador/editorial es que lo consuman los adolescentes. Claro que eso no significa que sean, en realidad, sus únicos consumidores. Y eso pasará en Japón, en Estados Unidos y en España. Yo lo tengo muy claro. Pero la cuestión es otra. ¿Es el contenido de One Piece tan juvenil? En serio, aún pensamos que la animación que nos llega a España es solo lo que conocemos.

Elfen Lied. Retransmitida por fortuna en Calle 13 hace muchos años. Este anime de cándidas jóvenes destaca por su gran dosis de violencia, crueldad y gore. El manga es todavía mucho más duro. Las apariencias engañan.

Spain is different

Desde luego, porque el público español y el japonés no es igual. Tenemos mentalidades diferentes, que tampoco es malo. Simplemente, no funcionamos igual. Y ahí es donde quiero llegar. Que un producto artístico de animación vaya dirigido a jóvenes o adolescentes, no implica, necesariamente, que su contenido lo sea a ojos españoles. Puede verse reflejada esa inclinación en muchos aspectos de la obra, pero no en todos. Además, el público español adulto de hoy fue el que creció en los 70 y 80 con la explosión de series norteamericanas y japonesas en nuestras pantallas, incluyendo a Disney.

Uno de los ejemplos más revisados hasta la saciedad está en Dragon Ball. Sí, vale, es un shonen donde los haya, de principio a fin. Muchos de los cuarentones de hoy en día crecimos con esa serie y nos cautivó desde muy pequeños o jóvenes. Hoy en día todavía hay niños que la ven. Pero su contenido no es tan cándido como puede parecer. Hay que reconocerlo: hay alusiones sexuales, violencia explícita, sangre, crueldad… incluso en la etapa más suave de sus inicios. Y aún así, los peques y no tan peques la veíamos. ¡Y no pasaba nada! Bueno, sí. Fue un escándalo a nivel nacional: censuras y cancelaciones en las televisiones. Y eso que los niños de esa época éramos más duros. Véase también el caso extremo de Saint Seiya… Buscad, buscad información…

Distribución y acceso

Esto no ocurre solo con Dragon Ball, sino con muchos productos más. Hay excepciones, como las producciones de Studio Ghibli, que tanto impresionan a mentes sensibles en general, femeninas o infantiles. Y muy jóvenes. Pero hay una legión adulta que ve en ese arte algo mucho más grande que un nicho comercial (y lo tiene: son obras de gran belleza y moral, sin noñerías). Al fin y al cabo, a eso es lo que parece que destinan la animación en España: a un nicho comercial concreto. Y para eso hay que extender una idea.

No existe en España una plataforma y/o canal de televisión que esté ampliamente dedicado a la animación. Ya no solo la japonesa, que es la que estoy usando de ejemplo. Ahora Netflix y Amazon Prime parecen haber encontrado un hueco para estas producciones, de la nacionalidad que sean pero, ante todo, japonesas. Tienen en su catálogo series como Psycho Pass, una producción que podría aburrir a cualquier adolescente ansioso de carreras espaciales, tiros a cascoporro o luchas interminables entre seres extraterrestres: la carga filosófica, política y social es inmensa. Berserk es otra más que podría optar a un calificativo adulto, puesto que el manga lo es en toda regla. A Disney+ la dejo aparte, porque se me caen las teclas nada más pensar en esa macro empresa que se autocensura y contradice en valores cada ciertos años según sople el viento.

No dejaría que vieran South Park ni a los de 18 años. Para que luego digan…

Actualidad

Selecta Vision es la portadora de buenas nuevas, la empresa que comercializa la mayor parte de producción audiovisual nipona que llega a España. Por suerte. También tiene su sección Simulcast donde estrenó, al tiempo que en Japón, la última temporada de Ataque a los Titanes, solo durante la emisión, hasta el último capítulo. Pero sin duda, la estrella es Crunchyroll, la plataforma especializada en anime donde ofrecen más de treinta mil episodios de anime diferentes. Las únicas pegas son que la mayoría es subtitulado y su altísimo precio si no quieres publicidad y ver el capítulo siete días después de su emisión en Japón. Si todo eso te da igual, lo ves gratis.

Pero, mirándolo así, el hecho de que no exista en España un canal de televisión (aunque sea adscrito a Movistar+, Vodafone, etc.) o una plataforma VOD especializada, merece ser tachado de crimen. ¿Las propias compañías y el público aún pensamos que la animación no va a ser de consumo masivo?

No queremos aprender

Por eso insisto en que aún pensamos que la animación es para niños. En absoluto, podría mencionar muchísimas producciones con máscara juvenil o no, que pueden ser perfectamente adultas, y aún así no aprendemos. Siguen emitiendo y/o censurando Dragon Ball en Boing (canal para niños tontos o atontar niños, según se mire), sus colecciones de pegatinas de Panini anunciadas con pretensiones infantiles, así como mucho de su merchandising. Netflix y en gran medida Amazon Prime compran muchas producciones ñoñas o shonen para público fácilmente impresionable por cualquier cosa… Ya no solo pensamos que la animación es solo para niños, es que incluso solo consumimos productos «destinados» a los niños. Aunque luego digamos que «eso no lo pueden ver los niños». ¿En qué quedamos?

Cuando decimos «para todos los públicos» no es que sea tan bonito y multicolor para que lo vean los niños. Pero hay que reconocer que Akira es una obra maestra tanto para un adolescente como para un sexagenario.

¿Hay mercado?

¿Lo hay, verdaderamente? Un mercado para consumir animación, no solo japonesa. Selecta Vision tiene un gran porcentaje de mercado a la venta. ¿Conviene estrenar en España, con doblaje español, principalmente, muchas producciones para el gran público? Ese público de todas las edades, remarcando lo de todas, que podríamos estar enganchados y felices a nuestras series y películas y disfrutar de otro modo de hacer arte, un arte que lleva décadas y décadas, que nos duplica en edad a los mayores que crecimos con las primeras muestras niponas…

¡Ay! He olvidado que las series norteamericanas y europeas están copando, junto con el cine, el mercado, con el auge del VOD. No hay sitio para nosotros, los grandes olvidados, los adultos que disfrutamos no solo con un anime mal llamado juvenil. Solo veo una cosa aquí: prejuicios que no saltan ni con lejía. Y nosotros que nos comportamos, a veces, como tontos, cuando vemos alguna producción de estas características.

¿Quién tiene la culpa?

¿Será el fanservice el causante? ¿Y los niños-rata? ¿O los padres de hoy, que fueron los niños que vieron nacer el anime en los ochenta y noventa españoles, tienen miedo? ¿O los falsotakus? La sombra de lo friki abarca mucho, y es un término (una tribu, podría decir) que aún no está definido debidamente. Es un estigma por eliminar. Aunque, igual me he estoy dejando llevar demasiado por la imaginación y, sencillamente, es el propio mercado el que no quiere que haya un acceso más completo y barato a este tipo de producciones. ¿Qué hace falta para potenciar la importancia de la animación? Y no me refiero a la animación de Studio Ghibli, que muchos cansáis ya con la misma canción desde el estreno hace 20 años de El viaje de Chihiro, o con la happy-life de los Pokémon.

Me refiero al universo completo que apenas se ha atisbado en España, del Anime. Porque hay muchas cosas para adultos, verdaderas maravillas con historias profundas y diseños y animación incuestionablemente increíbles, obras de arte donde las haya. Pero claro, en España solo conocemos, en gran medida, los productos para la muchachada.

¡Cuánto ha llovido desde el impacto de Akira y Ghost in the Shell, verdaderos ejemplos de lo que hablo! El hecho es incuestionable. Aún pensamos que la animación es para niños… ¿grandes? Aún pensamos que la animación no es arte.

Tripulación CosmoVersus

Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

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