‘Dampyr’. Mitos vampíricos. Linea Bonelli I.

Si existe un país donde el cómic tiene un gran éxito entre sus ciudadanos, no hay por qué pensar solo en Estados Unidos. Lugares como Francia e Italia poseen uno de los mejores mercados en cómic y sin depender de los superhéroes. En este caso, desde Italia llegaron a España unos cómics diferentes. Se trata de la Línea Bonelli, cómics publicados por el editor Sergio Bonelli. Este autor falleció en 2011 dejándonos un legado que comenzó a finales de los años cuarenta del siglo pasado. Y es precisamente uno de los personajes creados en aquel momento, ‘Tex’, ambientado en el lejano oeste, del cual hoy en día todavía siguen publicando nuevas historias.

Podría decirse que Bonelli, en calidad de guionista, es el Stan Lee italiano. De su editorial provienen los famosos ‘Dylan Dog’, ‘Nathan Never’ y ‘Martin Mystere’.

En Praga, mientras tanto, existe el Teatro de los Pasos Perdidos, donde un misterioso ángel encarnado, Caleb Lost, tiene su morada, y ayuda a los tres amigos en la búsqueda de criaturas y Maestros, asesorándoles en lo que puede. En este ambiente se desarrolla ‘Dampyr’, cuyo éxito no solo radica en el dibujo, de corte totalmente realista, sino también en los guiones. Para ello, los autores -el equipo de guionistas de la editorial Bonelli lo compone un amplio personal- se han documentado en la mitología vampírica del folclore de varios países y así inspirarse en la creación de los Maestros de la Noche y otras criaturas surgidas del albor de los tiempos, de la brujería medieval, de la literatura europea, las tradiciones africanas, las maldiciones asiáticas…


Cada capítulo de ‘Dampyr’, creado por Mauricio Colombo y Mauro Boselli, resulta una obra de arte gráficamente hablando. Una de las características de este cómic es la plasmación de lugares reales. Podremos contemplar las acogedoras plazas de Praga, así como los pantanos de Nueva Orleans, las colinas del oeste americano, los pueblos alemanes, los suburbios colombianos… todo al detalle, como si de una foto se tratara.

Como nuestros protagonistas no paran quietos viajando de un país a otro nos veremos inmersos en historias de carácter variado: un día nos encontramos dentro de una leyenda romántica del siglo XIX que nos recuerda a las leyendas de Stocker, Le Fanu o Polidori; otro día quedamos atrapados en un sangriento misterio donde brujos, zombis y espíritus atormentados acosan a los incautos humanos en los parajes islandeses o un cine maldito se convierte en el escenario de terribles crímenes.

En cada tomo de «Dampyr» se incluye «Desde la Oscuridad», donde responden a las cartas de lectores, y «Manual del Vampirólogo», en el cual se nos explica un poco acerca del folclore vampírico. Aunque estas secciones no duraron demasiado, se echan de menos las explicaciones y lecciones de historia de la literatura que tan amenamente confirmaban la riqueza artística de estos «fumettos» (cómics) italianos. En ella hablaban del entorno en el que surgió una pequeña joya de la literatura vampírica del s. XIX, «Carmilla»; o de los moroii, brujos y hechiceras rumanos que chupan la sangre humana para sus ritos; de las epidemias vampíricas europeas que asolaron europa en los siglos XVII y XVIII, los tratados vampíricos… una fuente inagotable de sabiduría para los lectores amantes de lo sobrenatural y lo oscuro relacionado con el folclore de pueblos antiguos y modernos, desde el vudú a Drácula, pasando por simples no-muertos ávidos de sangre humana o simplemente caciques que controlan a criaturas atormentadas para sus perversos fines.


Cada viñeta es un guiño y una referencia a la cultura popular o a personajes históricos y en ellas encontramos leyendas antiguas, sueños delirantes, espíritus enamorados… y la obsesión de Harlan por encontrar a su padre, al que más de una vez le pisará los talones, y saber qué planes tiene para él, por qué huye de su propio hijo, si es un Maestro de la Noche tan sádico como los demás o vive enloquecido por los siglos de no-vida y por haber perdido su humanidad. ¿Qué fue de la madre de Harlan? ¿Por qué huye su padre de él? ¿Tiene algún plan preparado para su hijo? ¿Fue un nacimiento por amor o tenía otros motivos?

Harlan Draka resurge del papel como una especie de «Blade» cazador de vampiros, un cruce entre Dylan Dog y Scooby Doo que asombra tanto a jóvenes como a adultos. Tan misterioso, atractivo y profundo como los escenarios de sus aventuras, a veces terribles noches en castillos misteriosos, a veces al ritmo del compás de una banda de rock embrujada que se niega a dejar los escenarios. Nuestro dampyr ha sido moldeado directamente de las mismas fuentes de las que sus enemigos escapan cada noche: el folclore. Su propio nombre nos indica su origen de la tradición rumana, derivado de Vlad Tepes, «Dracul» (o Drácula, el personaje histórico principio de todo vampiro creado sobre el papel).

Por ello, en cada tomo se nos recuerdan las siguientes palabras:

«Según las antiguas creencias del folklore eslavo, el dampyr es el hijo de la unión entre una mujer y un vampiro, además de ser la única criatura capaz de luchar contra vampiros y demás criaturas del mal que han infestado nuestro mundo. Harlan Draka es un dampyr, y a través de unas tierras sumidas en guerras y crueldades intentará descrubrir su verdadero pasado

En Italia «Dampyr» lleva publicados 163 álbumes y varios especiales, en España tan solo 55 de momento, pues Aleta Ediciones ha tenido en más de una ocasión parones que han llegado a durar desde unos pocos meses a más de un año. Está visto que la publicación de cómics tan interesantes no son del gusto del público español. Las cifras de ventas lo demuestran. Mientras que en su país de origen la Línea Bonelli vende lo impensable (25 millones de euros anuales), «Dampyr» no se sitúa en los primeros puestos, mucho menos en España, pero la calidad de sus «fumettos» no puede ser cuestionada por el éxito obtenido. En nuestro país Aleta está realizando los esfuerzos necesarios para mantener la colección a flote, cosa innecesaria con otros títulos de la misma editorial que venden por sí solos: «Dylan Dog» alcanza los 800.000 ejemplares por número en Italia.


Sin entrar en detalles políticos ni sociales y dejando a un lado los gustos generales de los lectores y lectoras de cómic, podremos observar que España no se caracteriza por una, digamos, cultura inteligente en el arte de la historieta. Si acaso, tal como rezaba aquel eslógan de la TVE-2 hace veinte años, los que admiramos este tipo de cómic somos «una inmensa minoría».

Otra característica de «Dampyr» que lo hace único respecto a otros tipos de cómic, es que no encontraremos escenas de acción trepidante, mujeres increíblemente esbeltas, héroes perfectos, monstruos absurdos… el formato de «Dampyr» es de lo más sencillo: la disposición de viñetas típica del cómic típico, sucesiones de 3 lineas de viñetas con 2 o 3 cada una, o una viñeta larga. Esto nos puede recordar a la disposición de nuestro «Mortadelo y Filemón». El modo más claro y ordenado de mostrarnos una historia no podría ser más sencillo.

Los lectores de «Dampyr» buscan lo que claramente nos puede ofrecer este cómic. Pensar, admirar el dibujo, aprender con cada lectura. Hay miles de detalles escondidos en cada viñeta que no dejará de sorprendernos cada vez que la recorramos escrutando los esbozos y los trazos de cada dibujo y los rasgos de los protagonistas, sin los cuales, no serían nada. La perfección psicológica de la que Colombo y Boselli dotan a estos personajes supera como mucho la imaginación más sobrenatural.

Artículo publicado originalmente en mi blog Spider Review  el 9 de noviembre de 2011.

Tripulación CosmoVersus

Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

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