‘Del antaño quimérico’, de Luis Valera (1905) [Reseña]

Del antaño quimérico, de Luis Valera. Cuentos fantásticos con sabor a fábula, mitos pre-atlantes y literatura medieval.

Del antaño quimérico (1905)

Del antaño quimérico es el nuevo volumen perteneciente a la colección Recuerdos de la Tierra de los Sueños de la editorial Gaspar & Rimbau (el primero fue Liliana, reseñado aquí). Este breve librito contempla cinco cuentos de Luis Valera, y fue publicado en 1905. Nuevo ejemplo de la riqueza de la literatura fantástica española, tan desconocida aún hoy por mayoría casi absoluta.

Me temo que podría ser un libro que se lea con miedo. Pero, al igual que muchos contemporáneos del autor, hay que tener en cuenta cuándo fue escrito, el contexto artístico de su época, y que en absoluto es una obra cultísima, accesible por unos pocos. A pesar del espeso nivel lingüístico, Del antaño quimérico puede ser leído por cualquier interesado. La única pega sería la paciencia. Ya sabemos que hoy en día se desprecian mucho los textos españoles decimonónicos (más por estupidez que por baja cultura, me atrevo a decir).

Luis Valera. Fuente: Geni

El lenguaje de los cuentos

Luis Valera, el escritor al que dedicamos esta reseña es el hijo de Juan Valera, conocido por obras como Pepita Jiménez o Juanita la Larga. En este caso, los cuentos de Del antaño quimérico parecen englobarse en el decadentismo literario de aquellos años. Sin embargo, lo que yo veo es que se acerca a este estilo más por la propia época que por el contenido, pues no puede utilizar un vocabulario más barroco porque no existe, quizá, para embellecer y sobrecargar las historias, de forma consciente, tal como indica en la introducción de Mariano Martín. Es comprobable al leer la evidente exageración de adjetivos y de pasajes descriptivos, sobre todo en el último cuento, el más largo, La ahijada de los silfos.

Luis Valera deja una muestra de preciosismo lingüístico exagerado y por lo cual parece haber caído en un ostracismo continuo por ello, no solo por pertenecer al género de la fantasía. Tengo que decirlo claramente: que estos cuentos, tal como están escritos, me han encantado. No es quizá una lectura para pasar horas, en mi opinión, porque sí es verdad que el cargante vocabulario resulta espeso a la hora de avanzar la lectura, y en ocasiones la narración se va por los cerros de Úbeda.

Atlántida y fábulas

Dejando esto a un lado, entraré en otros aspectos, como el tema de los mundos secundarios y el mito de la Atlántida. Dado que se acercan más a las fábulas —tienen una enseñanza o moral—, el estilo se asemeja bastante a los escritos de la Edad Media, enmarcado en el género de la fantasía. Los reinos y países pertenecen, pues, a mundos inventados, como así lo prueban los nombres de lugares y de los personajes, poblados de reyes poderosos, brujas, seres mitológicos, experiencias ultraterrenas, objetos maravillosos, brebajes mágicos, etc.

En el tema de la Atlántida, los cuentos de Del antaño quimérico suenan como precedentes de esos mundos en los que R.E. Howard se inspiró para crear las civilizaciones de Conan el bárbaro; incluso como precedentes de en la literatura atlante global.

Introducción de Mariano Martín

De todo ello da cuenta la introducción, magnífica y esclarecedora, del antes mencionado Mariano Martín Rodríguez, que amplía y detalla todos estos puntos. Y no solo se detiene a explicar el contexto literario y de época, sino que se enzarza en la defensa de estos cuentos, necesario por la negativa huella que han dejado algunos críticos y especialistas de su época y más tempranos; a eso le sumamos el rechazo que la fantasía propiciaba en el canon literario imperante. Mariano Martín lo explica en la nota 10 de su prólogo: “Tal rechazo es muy antiguo, y en última instancia obedece a la manía, sobre todo religiosa, de que la literatura ha de estar al servicio de la moral”.

Vamos ahora a comentar cada uno de los cuentos.

La diosa velada

Brevísima narración donde un mercader, Sófanes de Mileto, insatisfecho de su sabiduría, renuncia a su más fervoroso amor para emprender la búsqueda de conocimientos. Llega náufrago a Atlantis, isla desconocida que conserva lo mejor de los seres humanos, tanto en belleza como en conocimientos y sapiencia. Solo un obstáculo se cierne sobre los planes del rico mercader: los atlantes adoran a una diosa cubierta con un velo, a quien está prohibido acercarse. Sin dudarlo, y con alevosía, Sófanes decide contradecir la orden, pero al final, la diosa ha desaparecido y le envía un mensaje en forma etérea: le concederá la sabiduría que tanto anhela solo en el otro mundo, tras la muerte.

Es preciso matizar cómo esta fábula encuentra su lugar en la inspiración platónica de la Atlántida, aunque es situada en un mundo primario, en el nuestro; y no solo enfoca a la narración griega como origen del cuento, sino a la ciudad de Mileto, cuna del considerado primer filósofo de la Historia, Tales de Mileto.

Edirn y la hamadríada

La siguiente narración se encuadra en las leyendas artúricas. Si bien estas son fantasía, se desarrollan en nuestro tiempo histórico real, con la diferencia de las localizaciones, por lo que suponemos que es una extensión a un mundo secundario dentro de las propias leyendas. El príncipe Edirn, perfecto caballero, encuentra a una dama hermosísima en el hueco de un árbol, de la que se enamora. El enamoramiento es mutuo, y escapa con ella. Sin embargo, al pasar por un monasterio, el monje que los recibe prohíbe la entrada a la doncella, y le avisa al caballero de que su enamorada no es una mujer real, sino una hamadríada, un ser no humano. Revelado el engaño, el monje describe como demoníaco al ser del que Edirn está enamorado.

Finalmente, el caballero huye, pero la hamadríada lo persigue, no para vengarse o destruirle, sino para sacrificarse, puesto que es tal su amor por él, que le pide cortar el árbol donde ella anida y al que está ligada para, de esta forma, morir al fin. Algo que Edirn cumple a rajatabla. Grave sacrificio de un desdichado ser sobrenatural, elemental, frente a la cobardía y poco coraje del supuesto caballero intachable que, a la primera de cambio, ante la diferencia entre ellos y las malas artes orales del monje, se aparta del supuesto peligro que encarnaba la triste ninfa del árbol.

Mnemosine, de Doré. Fuente: Pinterest.

El mayor tesoro

Quizá la fábula con la enseñanza más sólida y fuerte que las demás. Un rey justísimo no consigue decidir con qué príncipe de reinos vecinos y amigos casar a su única hija, así que le pide a ella que escoja. Pero la princesa es tan sumisa al padre que al final el mismo rey debe promover una competición: aquel de los cuatro príncipes que le traigan el objeto más extraño y maravilloso del mundo, será el esposo de su hija.

Así pues, todos se enzarzan en búsquedas increíbles, y de todos tienen noticias en el reino, salvo de uno de los príncipes, del que desconocen el camino que tomó.

Así, al paso de los meses, van llegando los candidatos con los objetos más insólitos posible. Pero finalmente, el último, Sangar, el príncipe del que nada se había sabido, aparece de entre las gentes del pueblo, vestido como uno de ellos y de la mano de la princesa, alegando que el objeto más increíble que ha encontrado es la propia muchacha, después de haber vivido todo ese tiempo entre las gentes humildes del reino. Los demás príncipes, furiosos por ver en la treta de su oponente un engaño, pretenden invalidar su candidatura hasta que pelean. Heridos, Sangar utiliza los objetos de sus oponentes para curarlos y darles una lección de humildad, quedando al fin como ganador y esposo de la princesa, y futuro rey.

A pesar de nombrar otros países reales, tales como Egipto, este cuento transcurre en tierras también imaginarias, repletas de conjuros, animales increíbles, lugares fantásticos. Insisto en este dato continuamente por la importancia de enmarcar correctamente el género y contexto de estos cuentos, y que Mariano Martín comenta en el prólogo a la obra.

Historia del rey Ardido y la princesa Flor de Ensueño

Se trata de la segunda narración más extensa del libro. La princesa Flor de Ensueño es raptada por un hada, Perversa, y encarcelada en un castillo custodiado por un dragón. Allí, la muchacha es hechizada para que viva feliz en su cárcel, y sin poder envejecer jamás. Su padre intenta rescatarla, pero es devorado, así como todos los que intentan liberar a la bella doncella. Y así pasan siglos hasta que el rey Ardido, dechado de virtudes, joven y fuerte, descubre la leyenda de la princesa y decide rescatarla.

Mucho le costará, pero por fin, y enamorado a primera vista de la niña, consigue destruir al dragón y escapar con la muchacha. Sin embargo, el hechizo se deshace y la princesa pronto adquiere el aspecto de una vieja decrépita y moribunda.

Varios finales

No falto de oportunidades, el rey Ardido buscará la forma de devolver el esplendor a la princesa por medio de los más extraños y variopintos objetos que encontrará en varias aventuras no faltas de fantasía y grandeza. Sin embargo, a pesar de que la princesa Flor de Ensueño es recobrada en todo su aspecto, algo que es imposible, al parecer, es devolverle la claridad mental de antaño, por lo que no queda más remedio que aceptarla tal como es, una muchacha sin luces ni inteligencia, alelada. El rey Ardido abdica y termina sus días como ermitaño, habiendo dejado a su amada en manos de los mejores cuidados.

Pero es curioso que el cuento ofrezca otro final, dado que las habladurías cuentan que no fue así lo que ocurrió, sino que los dos enamorados se fueron al país de las hadas y allí le devolvieron la lucidez a Flor de Ensueño. Y no hay dos sin tres, porque otro final acontece en la narración: las hadas no lograron devolver la inteligencia a la princesa, así que hechizaron al rey para que, a sus ojos, lo pareciera, y viviera por siempre con la falsa ilusión.

A pesar de no contarlas todas, Ardido debe encontrar doce objetos para devolver la lucidez a su amada. El 12 no es un número al azar y nos recuerda las 12 pruebas de Hércules, hermanando mitología y literatura.

La ahijada de los silfos

De mayor extensión, La ahijada de los silfos sobresale por desligarse de los demás relatos en tanto que sucede en nuestro mundo primario, poblado de hadas, silfos y gnomos, ondinas y otros seres elementales. Aquí, pues, el único manifiesto de fantasía o magia, es la existencia de estos seres y sus maravillosos actos, que pasaré a describir.

Una niña de pocos meses cae, descuidadamente, de un carro cuando una familia cruza un valle. Esta niña es recogida por Hayuco, un silfo, que pretende restablecer la niña a sus padres cuando vuelven a buscarla, pero en un arrebato, decide que se quede entre hadas, silfos y gnomos y así no descubra los horribles avatares de los humanos. Así pues, la llaman Bienvenida y esta crece feliz sin los sinsabores de la vida humana, recibiendo todos los cuidados y conocimientos de los seres elementales entre los que se encuentra. Un día Hayuco, convertido ahora en rey, se arrepiente de su acción pasada y elabora una serie de acciones para que Bienvenida, que ya cuenta quince años, se incorpore al mundo humano.

Luis Valera de joven. Fuente: la mansión del gaviero.

La religión entra en escena

Primero conocerá a un ermitaño piadoso que le enseñará todos los preceptos religiosos necesarios para una vida de felicidad. Después, dejará que penetre también en el perímetro que mantenían resguardado, un mozo adolescente que pastorea por la misma zona, y conozca a Bienvenida. Está claro que los dos se enamoran al principio, y el ermitaño pretende casarlos. Sin embargo, la noche antes, el mozo, Pedro, se queda hasta la noche en el valle y para no perderse de camino a casa, toma el sendero del lago, con tan mala fortuna, que una malvada ondina lo hechiza y lo ahoga. Henchida de dolor y angustia por la muerte de Pedro, Bienvenida no tarda en morir de pena.

No cabe duda de que la enseñanza más dura es la recibida por el silfo Hayuco, quien, aunque de buena fe, arrebata a los padres de la niña la posibilidad de disfrutar de ella en familia; proteger a la niña de todo mal en el perímetro establecido por ellos mágicamente para que no la perturbe ningún mal del mundo humano fue lo peor que pudo hacer. Por eso, lo que mal empieza, mal acaba. Y de nada ha servido todo el esfuerzo de los silfos, gnomos y hadas para que Bienvenida sea feliz toda su esperanzadora vida, truncada ahora tan pronto. En efecto, el primer daño “colateral” de la sobreprotección es que, sin conocer la niña los poderes de la muerte sobre la vida humana, es tal el disgusto que afrenta a su corazón y su inocente razón que es incapaz de soportar tanta impresión.

Moral y muerte

Se nos presenta ahora un mundo que no es tan maravilloso y bonito, el de los humanos. Destino, la muerte, del que nadie puede escapar; incluso las hadas y silfos están condenados a desaparecer algún día, por mucho que su vida sea más longeva que la nuestra.

Al igual que en Edirn y la hamadríada, irrumpe en este cuento la moral cristiana y piadosa como contrapartida a la idílica vida profana del amor libre y natural, con la obligación del ermitaño a que los dos jóvenes sean unidos en matrimonio. Detalle éste que nos habla de nuevo de las complicaciones del mundo humano, contrarios las costumbres despreocupadas del de las hadas y silfos.

Contexto histórico

Otro detalle a abordar, muy importante, es el histórico, comentado por Mariano en la introducción: el cuento comienza con una caravana de gentes que pasan el valle, gentes de aspecto rubio, a centenares. Esto podría ser un fenómeno migratorio por gentes del norte europeo hacia lugares sin guerra o con mayor esperanza de sobrevivir. Sin embargo, no se vuelve a nombrar más en el cuento, ni se dan más detalles de esta increíble peregrinación.

Lo que hace pensar que la época en que se inspira el autor se trate del primer milenio de nuestra era, cuando tribus bárbaras marchaban al sur de Europa, ya sea para repoblar o después de las invasiones que, por ejemplo, sufrió la Península Ibérica.

Valoración final

Los cuentos cortos son perfectos para remediar el efecto casi soporífero del barroquismo lingüístico que contienen, no así el último. Pero no hay mal que por bien no venga, y ya en su época muchos de estos sustantivos y adjetivos ya eran antiguos y estaban en desuso, lo que potencia la imagen de riqueza de la lengua española. Creo que este aspecto, junto con la inspiración literaria y mitológica que conlleva, le otorga a Del antaño quimérico una visión única y especial.

Los libros de caballerías medievales y de siglos precedentes ofrecen a Luis Valera otro ingrediente importante en la producción de estos cuentos, por lo que vuelvo a insistir en la importancia general de Del antaño quimérico dentro del género fantástico y mitológico. No os quedéis sin leerlos.

Ilustraciones

Acompañan a esta edición ilustraciones de Lorenzo Coullaut Valera, preciosas y emotivas; las originales de la primea edición. Lorenzo era primo de Luis, y escultor, cuyas obras sobre personalidades españolas pueden contemplarse en todo el país; como por ejemplo la estatua de Bécquer en el Parque de María Luisa de Sevilla.

Del antaño quimérico. Luis Valera (1905)

Gaspar & Rimbau Editorial, 2021.

Tapa blanda, 224 páginas.

Introducción de Mariano Martín Rodríguez.

Ilustraciones de Lorenzo C. Valera.

ISBN: 978-84-18613-46-3

Pincha en el título o la fotografía de la portada para adquirir un ejemplar de Del antaño quimérico en la editorial.

Tripulación CosmoVersus

Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *