‘El Hombre Ilustrado’ de Ray Bradbury [Reseña]

El hombre ilustrado de Ray Bradbury. Un nuevo acercamiento a un autor que marcó al mundo literario de la ciencia ficción con obras tan destacadas como ‘Crónicas Marcianas’ o ‘Farenheit 451’. Este libro de relatos se cuenta el encuentro del narrador con un extraño hombre que tiene el cuerpo repleto de tatuajes, pero matiza que más bien son «ilustraciones», las cuales tienen unas características especiales y misteriosas: cuentan historias, tienen vida propia.

El hombre ilustrado

Unos relatos que, al igual que los de Isaac Asimov, Arthur C. Clark o Philip K. Dick, que he comentado en este blog, tienen un transfondo, ya sea filosófico o sencillamente de entretenimiento. Lo que está claro es que la ciencia ficción se mezcla con la fantasía más sublime, como vamos a comprobar con los comentarios a cada relato.

Prólogo

El narrador conoce al hombre ilustrado. Este hombre le cuenta su historia. Una maldición lo condena a perder su trabajo constantemente. Se encuentran, hablan, y las ilustraciones del hombre ilustrado le cuentan al narrador las historias terribles que alberga su cuerpo. Se mueven, hablan, y el narrador escucha.

Surrealista, sí, quizá. Intenso, mucho. 

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La pradera (The Veldt), 1950

La nueva vida del matrimonio Hadley les conduce a un extremo de comodidades tan absurdas como exageradas: máquinas para vestirse, lavarse, cocinar… y un cuarto de hologramas y realidad virtual para los niños. Pero el efecto en los dos hijos no parece el esperado, como si los convirtiera en esclavos de los más bajos instintos. 

A mi parecer, es una visión de los efectos destructivos de la tecnología extrema que sustituye elementos naturales tales como el trabajo, la vida familiar y la comunicación, la educación propiamente humana y la sustitución, por lo tanto, de todos estos factores que nos hacen humanos por lo artificial y superfluo de unas máquinas, visiones o sensaciones provinientes del consumismo.

El relato roza lo terrorífico por tratarse de la mente humana, ahonda la pérdida de ética y valores en adultos y niños, esto último aún más terrible.

Calidoscopio (Kaleidoscope), 1949

Un grupo de astronautas se dispersan a gran velocidad a través del espacio tras la explosión del cohete en que viajaban, cerca de Marte. Algunos de sus componentes hablan entre sí, se nombran, se preguntan sobre el sentido de su vida, la muerte, la realidad en que viven ahora…

Mientras sus cuerpos se van alejando a miles de km. por segundo, sus ojos verán y reconocerán sus vidas pasadas, sabrán lo que es esperar la muerte segura, planteándose sus acciones pasadas y comprendiendo finalmente quiénes son, en los últimos minutos de su vida.

El otro pie (The other foot), 1951

Un alegato contra la discriminación racial. En una época en la que el problema negro se encontraba en auge en Norteamérica, Bradbury crea este relato donde Marte ha sido colonizado por pobladores de raza negra que escaparon, en la década de los 60, de la Tierra, enmarañada con guerras atómicas. 20 años después, un cohete con hombres blancos llega a Marte y la respuesta de los pobladores se bifurca: paz o guerra.

¿Qué puede soportar un corazón derrotado por la violencia hacia su familia por parte de otra raza? Algunos abogan por la paz y la convivencia. Otros por la venganza. Pero cuando no queda nada de todo aquello, el rencor deja de ser el clavo que nos ata al pasado y quizá la solución no es devolver la piedra. El otro pie, el cojo, ya no hace daño. El otro pie forma parte del mismo cuerpo.

Este relato es hermoso en los dos aspectos y no queda muy lejos nuestro propio reflejo, el personal, con alguna situación que hayamos vivido, ya sea por nuestra raza o alguna condición especial.

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«El traje era negro y lustroso, con botones de plata, y botas de guarniciones de plata. Parecía como si los brazos, las piernas y el cupero hubiesen sido confeccionados con alguna nebulosa oscura. Unas débiles estrellitas brillaban apenas a través de la nebulosa. El traje ceñía el cuerpo como un guante que ciñe una mano larga y fina, y tenía un olor a aire frío, metal y espacio. Tenía el olor del fuego y el tiempo».

Ray Bradbury, «El hombre cohete».

La carretera (The highway), 1950

Un lugar indeterminado, posiblemente de una región de Sudamérica humilde y sin recursos. Dos vecinos de un pueblo, junto a una carretera, contemplan una caravana de vehículos que se dirigen al Norte. El muchacho no sabe interpretar lo que ve en los rostros de las personas que van en los coches. Otros conductores hablan con ellos. Les avisan. El muchacho, humilde, sencillo, no entiende. Su percepción del mundo es tan diferente que vive consumido en su propio universo, el pueblo, la carretera. 

A veces eso es lo que nos pasa. No tenemos percepción de expandirnos. No conocemos. No entendemos. No sentimos.

El hombre (The man), 1948

Sobrecogedor relato sobre la llegada de una misión a un planeta desconocido en el que poco antes aterrizó un hombre, el Hombre, una figura que obra milagros y llena de fe a los seres inteligentes. La fuerza de la fe nada puede contra la ambición, la destrucción y el odio.

El tema religioso y Dios son recurrentes en la obra de Bradbury, como podemos comprobar ya en estos relatos. Pero el autor era, ante todo, cristiano, ligado al amor universal. 

La larga lluvia (The long rain), 1950

Un grupo de soldados en misión a través de las selvas de Venus van en busca de cúpulas solares donde refugiarse. Llevan meses bajo la lluvia, una lluvia peculiar, venusina, que cae, cae y cae, golpea y los vuelve locos, y blancos, y destroza las cosas, y deshace los elementos, y nunca acaba ni deja de llover.

La locura se apodera de ellos, pero la constancia y la fuerza interior se pondrán a prueba antes de llegar al ansiado destino.

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El hombre cohete (The rocket man), 1951

El narrador de este cuento rememora su infancia cuando su padre, un hombre espacial, volvía de sus viajes a los planetas del Sistema Solar. De ambiente agridulce, el protagonista narra los sentimientos del niño respecto a su padre y a su madre. De corte más bien dramático, este relato saca el interior de los tres personajes y nos lleva a una cálida época, nuestra propia infancia, haciéndonos partícipes, en algunos aspectos, de la situación del niño, identificándonos con él.

Maravillosa y sensible demostración de Bradbury de una vida interior repleta de recuerdos, añoranzas y calor familiar.

La última noche del mundo (The last night of the world), 1951

Cortísima historia donde un matrimonio divaga sobre el misterioso sueño que multitud de personas han tenido sobre el fin del mundo. La nada se acerca pero nadie sabe cómo será. Seguirán con sus vidas, como si no esperaran más, como si todo desapareciera sin dolor, sin destrucción. La nada les hará olvidar, nada existirá.

Los desterrados (The exiles), 1950

Brillante relato donde, en un futuro lejano, se prohíben los libros de terror, fantasía… y sus autores, exiliados al espacio, habitan eternamente mientras haya alguien que los recuerde. Así, Poe, Bierce, Shakespeare y otros se reúnen para evitar que los últimos ejemplares de sus obras sean quemados en pro de la ciencia y ellos dejen de existir.

Con un lenguaje oscuro y poético, Bradbury imagina a los grandes del terror, el gótico y la fantasía del XIX y la primera mitad del XX (hasta su época, claro) conspirando para ganar una guerra al progreso.

«-Pero ¿somos lo bastante fuertes? -se preguntó Algernon Blackwood.

-¿Fuertes cómo? No nos esperan, por lo menos. No tienen imaginación. Esos jóvenes del cohete, tan limpios, con escobas antisépticas y cascos como peceras… Sacerdotes de un nuevo culto. Alrededor de los cuellos, colgados de cadenas de oro, escalpelos. Sobre la frente, una diadema de microscopios. En los dedos santos, unas urnas de incienso humeante que son en realidad unos hongos germicidas para destruir la superstición. Los nombres de Poe, Bierce, Hawthorne, Blackwood… blasfemias en esos labios puros.»

Ray Bradbury, «Los desterrados».

Una noche o una mañana cualquiera (No particular night or morning), 1951

Este relato explora la mente casi nihilista de un astronauta afectado por el efecto de su estancia en el espacio, de cómo sus teorías sobre el pasado, el presente y la existencia de lo que ve -incluso su propia existencia- no son más que un ilusión o un engaño de la mente. Narración corta, fugaz.

El zorro y el bosque (The fox and the forest), 1950

Un intenso relato de viajes en el tiempo desarrollado en el siglo XX. Una pareja huye de su época, el siglo XXII, y las guerras que lo acechan, para vivir felices en el México de 1938. Pero pronto se darán cuenta que los siguen y harán lo posible para evitar el terrible desenlace. Una pena que sea tan corto, da para mucho más.

Al leerlo pareces estar viendo una peícula de esos años, cine negro, con sus sombreros, el exagerado acervo por los cigarros (tan presentes en la ciencia ficción del siglo XX, como una moda, el sucio vicio del postureo clásico).

El visitante (The visitor), 1948

En Marte se hallan los moribundos de una enfermedad herrumbrosa, y a este planeta llega un nuevo enfermo, así se consigue que la Tierra se encuentre a salvo sin contagios mientras se busca una cura. Pero este nuevo vecino posee unas peculiares habilidades que se convertirán en el deseo y locura de los habitantes. ¿A qué llevarán los celos y la hipocresía ante el tesoro que supone controlar al nuevo?

A menudo creemos que somos justos y nuestras decisiones son las únicas verdaderas. No es así en absoluto. Otras ocasiones pensamos que estamos obrando de la mejor manera, y sin embargo lo que hacemos es estropear las cosas más y más. Un buen ejemplo es este relato y su mensaje embotellado.

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Protagonistas de ‘Invisibles’, basada en ‘Hora Cero’, con Lily Rabe. La serie se canceló tras su primera temporada.

La mezcladora de cemento (The concrete mixer), 1949

Marte está a punto de invadir la Tierra. Ettil se niega, prefiere apegarse a su pacífica vida. Pero accede y finalmente, a llegar al planeta azul, los terrestres los reciben con paz y armonía. Pero Ettil sospecha que algo terrible está por pasar.

Y esto es justamente lo que Bradbury aprovecha para criticar duramente el sistema de vida capitalista de occidente, o norteamérica concretamente. La muerte feliz, la dicha consumista. Los marcianos serán invadidos por un estilo de vida vacío, insípido y vulgar, hasta matarlos de asco y aburrimiento.

«Y no solo eso, querida Tylla, toda la civilización terrestre es algo semejante. Y hemos sido arrojados en esta civilización como un puñado de semillas en una mezcladora de cemento. Ninguno de nosotros podrá sobrevivir. Nos matarán a todos, pero no con una bala, sino con un amable apretón de manos. Nos destruirán a todos, pero no con un cohete, sino con un automóvil…»

Ray Bradbury, ‘La mezcladora de cemento’.

Marionetas S.A. (Marionettes Inc.), 1949

La empresa Marionetas S. A. ofrece sus servicios de duplicados robóticos de personas bajo el lema de darles libertad de vez en cuando. Pero como en una buena historia de robots, no todo tiene porqué salir bien, y Bradbury plantea la capacidad de desarrollo de inteligencia propia (o lo que se supone que es inteligencia) de un robot.

La ciudad (The city), 1950

El vigor que otorga el deseo de venganza es más fuerte que la propia muerte, y eso la Ciudad lo sabe. Porque es un ente, un organismo, que piensa y siente, huele, respira, ve y palpa. Y sabe lo que tiene que hacer. Doscientos siglos de espera es suficiente para la Ciudad, que no puede morir.

La hora cero (Zero Hour), 1947

Últimamente, los niños de todo EEUU juegan a algo que los emociona: la invasión. Y Drill es su compañero de juego, Drill no es visible a los adultos, y ellos, sin embargo, siguen sus vidas hasta que llega la anunciada Hora Cero. Macabro y espeluznante.

De esta cortísima historia se estrenó una serie de TV, ‘Invisibles’ (‘The Whispers’), producida por Steven Spielberg, pero fue cancelada tras la emisión de la primera temporada.

El cohete (The rocket), 1950

Fiorello Bodoni sabe que nunca irá a Marte. Eso es para los ricos. Pero su sueño podría hacerse realidad. O bien sacrificarlo en pos de su familia. ¿Quién no ha mentido piadosamente a sus niños para hacerles creer en una ilusión suprema? ¿Está mal? Quizá, engañarles no sea la solución. Y sin embargo seguimos contándoles el cuento de los Reyes Magos y Papá Noel, del ratoncito Pérez…

El hombre ilustrado (The illustrated man), 1950

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William Phillipus Phelp se tatúa el cuerpo por una bruja ilustradora. Y ahí comienza su perdición, su maldición. No puede revelar las pinturas de su pecho y espalda. Pero es demasiado inquieto como para esperar una semana a que se revelen los cuadros de esas partes de su cuerpo. Es un misterio la razón por la que no pueden verse. «Se acabarán con los fluidos de tu cuerpo», le dijo la bruja.

pero William no pudo esperar y se desata su malidición. Esta es la historia del Hombre Ilustrado, un cuento inquietante y hermoso a la vez, de tono onírico, poético. Y parece que nunca tendrá fin mientras el cuadro de su espalda siga ahí.

Epílogo

El narrador lo ve. Lo contempla. Se horroriza. Es la maldición del Hombre Ilustrado. ¿Pero es evitable realmente lo que ven en su espalda?

Opinión Final

En la mayoría de estos relatos de El hombre ilustrado Bradbury obvia la tecnología futura, mostrando únicamente posibilidades que carecen de ella pese a hallarse en momentos alejados de su tiempo, limitándose a los «cohetes» y la colonización de los planetas del Sistema Solar. Únicamente se centra en planteamientos existenciales, estados mentales y sucesos interiores del ser humano. Es como si se centrara en lo esencial.

Al mismo tiempo, por muchas décadas o siglos que hayan transcurrido en estas historias, las costumbres sociales se mantienen y poco cambia en las nuevas sociedades descritas por Bradbury. La mayoría de cuentos esconde, también, una enseñanza.

Bibliografía

‘El hombre ilustrado’ (The illustrated man), de Ray Bradbury (1951).

Edición de Minotauro/Booket, Planeta (2017). Octava impresión de la 1ª edición.

Traducción de Francisco Abelenda.

288 páginas, formato bolsillo.

ISBN: 978-84-450-7758-0

Tripulación CosmoVersus

Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

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