‘La piel del infinito’, de Gabriel Bermúdez Castillo (1978) [Reseña]

La piel del infinito, donde Gabriel Bermúdez experimenta con un texto de impactante y dudosa violencia. Obra singular entre su creación, esta novela adopta múltiples lecturas e interpretaciones, al tiempo que su estilo, tan novedoso y único, la hace una de las mejores novelas merecedoras de atención en la literatura de ciencia ficción española.

La piel del infinito

Obra singular, sí, entre las novelas de Gabriel Bermúdez en cuanto al tono y estilo. Podría decir que única, rara avis, si no fuera porque una mínima parte de su creación todavía está falta de lectura por mi parte: la magna novela Mano de Galaxia y varios relatos. Pero, obviando lo que podría considerarse el estilo natural del autor, La piel del infinito resulta, probablemente, un experimento, tal como su hija me ha contado en alguna ocasión. Y lo es, por supuesto, porque, a pesar de ser de las primeras (1978), creo que Bermúdez no vuelve a retomar el lenguaje irónico, monstruoso y enigmático de esta novelita en toda su producción posterior, cuya última obra publicada data de 2013.

Premios

De hecho, para haceros una idea, bien mereció el Premio a Mejor novela española de ciencia ficción en la Hispacón de 1978. No es para menos. Hace poco tiempo hablé de la versatilidad de Gabriel Bermúdez en cuanto a registros, haciendo notable las diferencias con El país del pasado, novela con claro registro romántico, algo apartado al resto de lo que he leído. Pero La piel del infinito es, sencillamente, y como suele decirse de forma coloquial, «para darle de comer aparte».

Argumento

Un hombre que no sabe quién es, ni qué le ha pasado, es «liberado», no se sabe por quién ni de dónde. Solo que quizá no sea un hombre. El único testimonio de lo que es se encuentra en las anotaciones (los capítulos), donde nos cuenta su experiencia. Se hace llamar Número Uno (¿describe este nombre, quizá, el inicio, el principio, la primera pregunta, el Big Bang?), el verdadero narrador que cuenta, desde su punto de vista, los acontecimientos que acechan a los diversos personajes a los que parece manejar mentalmente y unirse a la lucha por una causa y una especie que en ningún momento son explicados.

De lo poco que sabremos sobre Número Uno es su presunta naturaleza (apenas atisbada) y sus motivos. El odio enquistado al género humano despliega todo su esplendor en descripciones y sentimientos de verdadera maestría literaria, hasta casi convencer al lector de que es real y legítimo.

Así, por ejemplo, el patriotismo, o los partidos políticos. Todos ellos utilizan siempre las mismas palabras, que son: triunfo, victoria, patria, ideales, heroísmo, sacrificio, derrota, inexcusable, espíritu, combate, logro, bandera, colores, valores, eternidad… Si se cogen unas cuantas de ellas y se combinan adecuadamente, resulta algo que, por razones que en absoluto puedo comprender, produce una vibración misteriosa en el alma de estas gentes.

La piel del infinito. Gabriel Bermúdez Castillo.

Incógnitas

A partir de aquí los acontecimientos se suceden de forma episódica, casi aislados y sin embargo, paralelos. Número Uno insta a sus secuaces para generar toda la violencia y odio posible entre el género humano: asesinatos, guerras, asaltos, bandos y espías… Parece que todo vale para el despreciable ser que se afinca en un lecho de oscuridad y tecnología punta para manejar impunemente todos los episodios que azotan en el mundo.

No creáis que sabréis mucho más. Apenas los personajes implicados son esbozados con detalle. De ellos poco sabemos, son anónimos aún con sus nombres y todo. Lejos de entenderlos, de quererlos, los tomaremos como las marionetas que son a manos de ese dios que va poco a poco convirtiéndose en lo que parece ser el tema central del relato El pulpo, dentro del libro El mundo Hókun, y del que se dice que es un predecesor de La piel del infinito. Pues bien, nada que objetar, porque El pulpo ofrece claramente la clave para comprender al temible ser de la novela, ofreciendo incluso otros detalles que conjugan a la perfección con La piel del infinito. Diría, más bien, que esta última es una extensión de la anterior.

Sigo obsesionado por estos seres. ¿Por qué flotan en medio de esa sopa espesa de sentimientos absurdos sin darse cuenta?

La piel del infinito. Gabriel Bermúdez Castillo.

Semántica

Un término a tener en cuenta porque, ya desde el principio, el protagonista juega con los equívocos de su propia comprensión de lo que explica y nos narra. Partiendo de que es un ser incompleto, cuya mente se halla en estado de tabula rasa, entendemos que no sepa explicarse con claridad. Este es el primer enigma y atractivo en la novela. Posteriormente, el propio Número Uno dará algunas claves, y ahí es donde entra la piel del infinito. Os aviso, pues, de que la semántica puede ser la clave de todo. Aunque…

Dolor, sufrimiento, asco, vergüenza, odio, maldad… Esta es la lucha entre el bien y el mal, términos inalcanzables para el mundo de La piel del infinito. ¿Qué es el mal y por qué está mal? ¿Qué significa ser humano? ¿Qué quiere el ser humano? Son preguntas sin respuesta, a ver quién es el valiente que las encuentra.

La violencia como expresión

No es la primera vez que Gabriel aborda temas espinosos. En la novela que nos ocupa centra toda la atención en la violencia y la maldad, vistas como las vemos los seres humanos. El sadomasoquismo como vía de escape, la violencia sexual como pérdida de conciencia social y ética, la guerra y destrucción como puros deseos de felicidad, el tráfico de drogas como elemento manipulador y generador de arrogancia y egoísmo… Aún más cruda y sádica que Demonios en el cielo (creí no llegar a leer nada tan estremecedor después de esa novela), La piel del infinito demuestra que su autor es consciente de la realidad humana, de la dimensión dual que nos rodea, realidad lamentable que no hay que perder de vista como avestruz que esconde la cabeza.

Cartel de la Hispacón 1978, año en que La piel del infinito obtuvo el premio a Mejor Novela Española de Ciencia Ficción.

Dirán que lo he falsificado todo… pero ¿es así? ¡Ellos mismos están falsificados! Ellos y su deseo de poseer cosas, que es una de las más gigantescas constantes de la máquina humana.

La piel del infinito. Gabriel Bermúdez Castillo.

Escenarios

Ser humano no hay más que uno. Precisamente es la forma de vida explicada en la novela. Las calles y edificios se parecen a los nuestros. Los términos empleados, las costumbres, las personas y descripciones. No cabe duda de que son como nosotros. Pero, ¿dónde se encuentran? Y ante todo, ¿cuándo se encuentran? La piel del infinito habla de Torre de Placer, Torre de Muerte y un Santuario. En definitiva son escenarios de incógnita naturaleza, introducidos desde otra dimensión o tiempo alejados de los nuestros.

No puedo evitar acordarme de la base social en La fuga de Logan, donde el sexo y el placer son elementos normalizados entre la población e, incluso, autorizados y necesarios. Así como la Muerte, aquel Carrusel al que, por obligada voluntad, se lanzan los hombres y mujeres de La Cúpula para reciclar su existencia y su cuerpo. Aquí pasa algo parecido. Las Torres de Placer y las de Muerte aparecen como un servicio social, una droga permitida para quien desee experimentar lo prohibido y oscuro de su interior: lo mismo que, avergonzados, nos ocultamos a nosotros mismos.

Dualidad del ser

Este es un punto importantísimo. Así como vemos la lucha del bien y del mal, lo prohibido y lo permitido, nos damos de bruces con la ambigüedad humana. Un personaje, Scraggie, una especie de dios, que no es hombre ni mujer, no se percibe como ninguno de los dos (ni física ni mentalmente), que se muestra especialmente benévolo; este personaje atrae y confiere a la lectura la pieza más «dulce», por así decirlo, en toda la narración. Lo que Scraggie nos quiere decir solo estuvo en la mente de Gabriel, pero es nuestro trabajo percibirlo como un todo, como la unión de lo que conocemos, de todos los seres humanos, como la fusión de nuestros sentimientos y nuestra naturaleza. Siempre enfrentados.

Porque, al fin y al cabo, ¿qué son nuestros sentimientos? ¿A quién pertenecemos? ¿A la sociedad o a nosotros mismos? Seguro que Número Uno también se lo pregunta.

No se sabe exactamente si Scraggie es hombre o mujer. Jamás lo ha dicho, y por su aspecto es imposible deducirlo. (…) Trata igual a los dos sexos, sin mostrar inclinación ni antipatía por ninguno de ellos.

La piel del infinito. Gabriel Bermúdez Castillo.

Valoración final

Desde luego que Gabriel se lució con esta brillante obra, inimitable e irrepetible, donde se encarga de experimentar (como bien sabemos) no solo con su propio estilo. La piel del infinito tiene carácter propio, y en su compleja red de significados, juega a crear atmósferas e impresiones que el lector deberá descifrar, si antes no se vuelve loco. El final, truncado e inesperado, se enfrenta a la lógica de una lectura convencional, en la que, por norma, todo tendría algún sentido. Esto es habitual en Gabriel, pero no aquí. No en La piel del infinito.

En realidad podemos jugar con varias teorías que voy a exponer aquí para calmar los nervios y la desesperación que provocan la lectura de esta novela. Empecemos:

Teoría 1

Todos hemos leído novelas donde su autor juega con incógnitas pero va dejando pistas para que el lector piense, se destripe los sesos y halle la solución. Si no las encuentras, alguien te puede guiar a entenderlas. Creo que no es el caso que nos ocupa.

Teoría 2

El autor te mantiene en vilo durante toda la historia hasta que al final te desgarra con la revelación final, inesperada, auténtica. Todo encaja, ahora caes en la cuenta. Es el modus operandi convencional de Gabriel, pero creo que tampoco es el caso de esta novela.

Teoría 3

Después de leer páginas y páginas encriptadas de figuras retóricas, sucesos inexplicables, contradicciones, enigmas… esperas que todo tenga una explicación. Pero llegas al final y no sucede nada de eso. Buscas y buscas, pero sigues sin entender, sin llegar a la piel del infinito. Y no tienes más remedio que pensar que lo que acabas de leer es, simplemente, una locura que no necesita justificación alguna. La obra ha sido intensa, bella, admirable. Es muy posible que La piel del infinito se halle en este nivel. Después de hablar con la hija de Gabriel, no puedo llegar a otra conclusión diferente. No busques la lógica, no intentes alcanzar lo que ni Número Uno pudo comprender.

Disfruten la lectura

Al final, lo único que nos queda es lo que de verdad importa: disfrutar de la lectura. Una novela muy por encima del listón que nos ha dejado su autor, con posibilidades y múltiples enfoques. De vasto fondo, forma y calibre. Pocos libros pueden superar a La piel del infinito, con diferencia.

Quedará por siempre la constante sensación de frustración de no entender a Número Uno, de intentar alcanzar su naturaleza (hombre, extraterrestre, ente, vida inclasificable). La gran problemática que sufrimos cuando pretendemos describir la naturaleza de un dios creador, del Universo tal vez, acecha desde los más hondo a aquel que ha experimentado con los miedos y mentes del único e invariable ser complejo que conocemos: el ser humano.

Desde lo más profundo de mi oscuridad espío al mundo. Esos seres blandos de carne y huesos, húmedos, asquerosos; con sus vicios y sus pasiones. Y su dolor. Dolor. Los teléfonos suenan a mi alrededor, las radios zumban, me llegan comunicaciones. Muertes, revoluciones, asesinatos. Violaciones. Dolor. Me estremezco. La suprema comprensión llega a mi. Aquí, en lo más profundo de mi oscuridad, adelanto mis manos y casi rozo, casi, la piel del infinito…

La piel del infinito. Gabriel Bermúdez Castillo.

La piel del infinito (1978). Gabriel Bermúdez Castillo

Editorial Dronte. Colección Nueva Dimensión #25. 1978

Rústica, tamaño bolsillo. 144 páginas.

Incluye el relato Cuestión de oportunidades.

ISBN: 84-366-0108-4

Tripulación CosmoVersus

Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

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