‘Lo que vino de las profundidades’. Siete cuentos de terror. Eduardo Moreno Alarcón (2010)

Un libro de cuentos encontrado por la más pura casualidad y que me llamó la atención, en primer lugar, por la ilustración de la portada y su título. Lo que vino de las profundidades es un homenaje al horror cósmico de H. P. Lovecraft, como lo demuestra la prosa arrebatadoramente poética y tenebrosa de Eduardo Moreno Alarcón.

Y además, su autor es paisano. Bueno, a medias, porque yo soy alicantino, pero tengo más sangre manchega, como Eduardo. Así, los cuentos de este libro mezclan el clásico sabor de Lovecraft, el horror marino, y la fantasía propia del autor. ¿Qué tiene Lo que vino de las profundidades para que valga la pena leerlo?

LO QUE VINO DE LAS PROFUNDIDADES.

El primer cuento bebe directamente del clásico viejo narrador que revive un antiguo horror a su atento interlocutor. Claro, breve y escueto, sin adornos inpertinentes. Sabor decimonónico incluido.


EL ENCUENTRO.

Debo confesar que no he entendido el final. ¿La clave? Debe estar ahí, al principio, para encajar las piezas. No es extraño que lo lea más veces y entonces me llegue la luz. Pero no como al protagonista, que vive la peor de sus pesadillas cuando descubre que… ¡no! Eso sería un sacrilegio. Detengámonos, mejor, en los horrores y la inquietud que nos invade al leer el periplo del narrador en tierras orientales.

Eduardo Moreno
Eduardo Moreno Alarcón.

LOS HIJOS DE LA NIEBLA.

De nuevo retornamos al clásico de aventuras donde una expedición a tierras lejanas con fines comerciales se convierte en una pesadilla con la desaparición de algunos marinos. Entonces, el capitán Leivher escribe en su diario los acontecimientos. Después, interrumpirá otra narración con otro personaje, completando una historia también inspirada en los males de las profundidades lovecraftianas, que bien merece ser el que más me ha gustado de esta breve antología. A caballo entre La sombra sobre Innsmouth y Hechos tocantes al difunto Arthur Jermyn y su familia, Eduardo realiza una exploración más que acertada en torno al estilo del de Providence pero a su manera, con sus reglas.


EL HUÉSPED.

Llega la hora de los delirios. Plagado de imágenes oníricas, donde el peso recae en la percepción del personaje secundario, este relato deviene, finalmente, en los hechos postapocalípticos y la ciencia ficción clásicos. Imperdible.

Como rasgo particular, parte del cuento está escrito con oraciones simples, breves, que expresan a la perfección cómo se abre camino el ingenuo hombre que despierta al mundo sin saber qué le rodea. Palabras, sentidos, errores, ansiedad, miedo, desesperación, admiración. Eso es El huésped.


EL AVISPERO.

Cambiamos de nuevo al terror sublime, y es, quizá, el más retorcido y nauseabundo del libro y donde Eduardo se recrea en una mezcolanza de estilos que atropella al lector. Si me ha alcanzado a mí, estoy más que seguro de que los efectos secundarios de la lectura de este cuento pueden crear los más desagradables estímulos en la mente de quien lo lea. Desde la tragedia de un monasterio de mujeres monje, hasta la maldición de una ciudad donde habita el infierno del más allá bajo sus pies, puedo decir que he terminado el libro con sabor amargo. Las visiones de este cuento no son recomendadas a cualquiera. ¡Avisados quedáis!


LA CAJA.

Corto y al grano. Una caja mágica en manos inadecuadas que provoca la más terrible consecuencia para cualquiera que tenga la desgracia de vivir en este cuento. De apenas varios párrafos de extensión, quizá lo que sí he echado de menos, es un poco de historia sobre ese objeto de extraños efectos. Pero no le demos más vueltas. Se acabó.

lo que vino de las profundidades
Lo que vino de las profundidades. Siete cuentos de terror

EL EXTRAÑO DE LAS DUNAS.

De vuelta al recurso del primer cuento que da título a la antología. El narrador y el oyente, desconocidos. Una historia sobre la desgracia de Iverna, de cómo el obispo contrató a un artista para crear las vidrieras de la catedral. De cómo el mal llegó a Iverna para saquear la divina creación. Fuego, muerte, sangre… a veces te ríes, otras te intimida. El cuento que nos ocupa, el último, se despoja, no obstante, de la bruma poética de los anteriores relatos para mostrar un texto más frío y directo, sencillo incluso.


Y hasta aquí la revisión de un libro que me ha sorprendido gratamente, puesto que, siguiendo la estela de visitar a mis colegas contemporáneos, algo a lo que hace meses rehusaba, me ha permitido descubrir talentos, buena literatura, y ver que no se ha perdido nada todavía fuera de los grandes clásicos.

Las ilustraciones que acompañan a los cuentos hacen su papel, envuelven en el abismo de su lectura, mirarlos facilita que los trazos de Pablo Gómez te sumerjan en el fondo de cada frase, donde puedes palpar y oler el hediondo rastro de los seres que Eduardo ha dado vida y matiz.

Y llegado el final, el epílogo nos hace una reverencia al grande de Providence. ¿Regresará del mar, otra vez, este hechizo prodigioso del mal con nuevos horrores y seres de primigenia apariencia? Creo que ya están aquí, disfrazados de personas, ocultos con el rostro de un autor, Eduardo Moreno Alarcón.

Foto: Eduardo Moreno Alarcón.


BIBLIOGRAFÍA

Lo que vino de las profundidades. Siete cuentos de terror. Eduardo Moreno Alarcón, 2010.

-Editado por Eduardo Moreno Alarcón.

-136 páginas, tapa blanda, solapas.

-ISBN: 9788461421336

Tripulación CosmoVersus

Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

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