Su salvación por un módico precio (Parte I).

I.

Hace años que hago felices a los demás, les doy lo que quieren, que no es realmente lo que necesitan, aunque ellos lo crean así. Pero son felices, y yo cobro por ello. Mejor dicho, el Gobierno me paga. Porque, al fin y al cabo, son todo impuestos. Ya saben ustedes que cualquier cosa que mantenga a la sociedad contenta y en su sitio, tiene su tasa. Hay pocos como yo, que esto de reconocer la fe de los demás no es una actividad que se permita demasiado ir a su libre albedrío.

Obtuve mi título de Perito Religioso hace pocos años. Fue una pena que me pillara en una mala época, muchos cambios en el Gobierno y eso que siempre ocurre cuando cambia un extremo por otro: que remueven los cimientos del anterior. Antes el título se heredaba; mis padres lo eran, y yo, contento y feliz, pasé los exámenes y las prácticas de un tirón, vamos, chupado, como se suele decir. Pero mientras esperaba el título hubo elecciones generales y todos mis castillos terminaron no en el suelo, sino en el aire, elevados a dios sabe dónde. Se había suprimido la herencia del título a nivel retroactivo. Por lo que tuve que desembolsar el poco dinero que tenía y el que me faltaba para «comprar» mi título. No diré cómo, por favor, quiero que sigan teniendo una buena idea de mi persona.

Como decía, aquí viene gente de cualquier condición y edad. Ya no se hace ascos a nada ni a nadie. Y mucho menos por razones de fe. Hoy mismo llevo expedidas siete licencias para grupos religiosos. No sé de dónde sale tanto creyente, pero tal como están las cosas, no me extraña nada. Recuerdo de niño cuando había pocas y muy extendidas religiones por todo el mundo. De vez en cuando se celebraba algún cisma que dividía la religión en varias facciones. Actualmente está tan extendido que podría dibujarse un árbol genealógico de religiones, con infinitas ramificaciones. Si leen con atención nuestra historia, verán que nada queda de aquellas primitivas creencias. Es una pena, saben, porque las he estudiado todas y me apasionan. Claro que tienen sus contradicciones, pero eso no me importa, como siempre digo, es cultura, historia viva de nuestro tiempo, y de allí venimos los que ahora estamos aquí, en este momento.

Como dato curioso, hace unas semanas llegó un grupo de histéricos, haciéndose llamar «Anfitriones del Supremo». Decían, según ellos, que llevaban al Salvador en sus órganos vitales, que el cuerpo del Creador y su Hijo se heredaba desde tiempo inmemorial en sus descendientes. Ellos eran los últimos y el destino los había reunido por «causalidades» de la vida. Me entregaron su «Libro de estilo de Fe», junto con el certificado del mínimo de seguidores exigido por el Gobierno. Según mi pericial criterio, tiene mucha reminiscencia cristiana, así que dota a los Anfitriones de una buena puntuación para empezar. Aún no he terminado el informe, pero yo diría que ya tienen su licencia asegurada.

Dudo mucho de que este grupito sea disuelto algún día, no tiene dogmas autodestructivos ni nada parecido. Al contrario que muchos otros, que hablan en sus filas de «venidas» y «llegadas» que siempre acaban en suicidio colectivo. Hubo un tiempo en que estas doctrinas se aceptaban, pero hace un par de años se prohibieron por considerarlas autodestructivas y lesivas para la sociedad. Recuerdo el revuelo que hubo, con manifestaciones multitudinarias a favor y también en contra de la prohibición. Parece mentira lo fino que es el límite entre los derechos y la ley. Pues aquí ganó la ley por encima de cualquier derecho.

En ocasiones hay religiones que intentan maquillar su destino fatal con divagaciones filosóficas que desvían la atención de lo primordial, pero para eso estoy yo, claro, el Perito Religioso. No me van a engañar, no. Llevo ya muchos años de experiencia, crecí, como he dicho antes, en el ambiente, lo he absorbido desde niño, y podría decir que soy el mejor en mi trabajo. ¡Oh! Entra gente al gabinete… a esta hora no tenía citas, deben ser espontáneos que necesitan asesoramiento. Bien, pues aquí estoy, con mi extensa biblioteca de la historia de las religiones en mi despacho, mis formularios, mi proyector para ambientar según la línea religiosa de los candidatos, mi árbol familiar con los peritos ascendentes y, claro está, mi licencia, de la que tan orgulloso me siento, que mi dinero y mi esfuerzo -ejem- me costó. Pero voy a atender a mis clientes. Podemos seguir hablando más tarde. Ya lo saben, pueden disfrutar de su religión y su salvación por un módico precio.

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Por Marcos A. Palacios

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Tripulación CosmoVersus

Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

2 comentarios sobre «Su salvación por un módico precio (Parte I).»

  1. Pues no se aleja mucho de la realidad, por desgracia el ser humano si tiene dinero puede comprar lo que desee, incluido título. De hecho, ahora que lo estoy pensando igual ha sido inspiración una buena cantidad de políticos que tenemos.

    Y por otra parte, la proliferación de creyentes y falsos profetas me recuerda un poco a la antigua Jerusalén y también a las películas norteamericanas en las que salen sectas lideradas por cantamañanas. Una mezcla extraña, lo sé. A ver qué le depara el futuro a este excelso trabajador de la religión. 😉

  2. ¡Gracias por comentar! Y sí, entre otras cosas, la finalidad de este cuento es criticar el uso que se le da a la religión en muchos sentidos, entre ellos la hipocresía, la desfiguración del sentido de la filosofía y moral que esconde, sea cual sea la religión en sí misma. Ánimo, solo queda la cuarta parte por publicar.

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