Su salvación por un módico precio (Parte III).

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III.

Hoy en día hay que tener cuidado con cualquier persona, sea del género que sea y no importa su edad. Con esto de la religión hay mucho apego a las propias creencias, se lo digo yo, que trabajo en el corazón mismo del fenómeno. En mi barrio hay una muchacha de carácter fuerte y proselitista, poseedora del más férreo sentido del adoctrinamiento gracias al cual tiene a sus pies a toda su clase del instituto. Y ella también me conoce a mí, ha estado en mi gabinete varias veces durante el último año intentando que aprobara su propia fe, los «Tertulianos del Juicio Final».

Sonará a cachondeo pero es una de las personas más jóvenes que han venido a presentar sus solicitudes. Todo bien redactado, sus compañeros de fe la adoran y harían cualquier cosa por ella, incluso intentar engañarme. Como ya les he contado, esto me viene muy pequeño, creo que soy más listo que el diablo ―el diablo… cuántas religiones habrá en su honor… podría citar unas treinta actualmente, todas inofensivas, desde luego―. No se pueden imaginar la de discursos filosóficos maquillados que han colado para que no parezca que su destino es un suicidio colectivo.

No sé de dónde se habrá sacado tamaña idea la niña, pero podría ser que una mañana de esas de fin de curso cuando, al salir del instituto reparten los porros especiales para animar el verano ―antiguamente estaban prohibidos, ahora es una tradición―, se fumara uno… uno detrás de otro. Estas sustancias ya vienen preparadas para afectar lo más mínimo al sistema nervioso o cognitivo del individuo, pero es muy probable que, añadido a la dosis extra que se metió al cuerpo, estuviera dopada con algún medicamento más que interactuara e hiciera «bum», y claro, vio los cielos, los infiernos y el más allá.

Desde entonces no ha dejado de elevar su progenie de incautos. Miren, son demasiado jóvenes para andar con estas cosas, es lo que me dan ganas de decirle; que no es lo mismo dedicarse a rezar a tu dios o tu santo o lo que quieras, y otra planificar tu muerte con pocos años de antelación llevándote por delante a decenas de personas porque no eres lo bastante valiente para hacerlo tú solo, y todo ello en medio de un tremendo éxtasis de felicidad.

Según dictamina su libro de estilo de fe, los «Tertulianos» niegan el suicidio y lo llaman cambio de consciencia, consciencia que se libera y se eleva hasta encontrarse en comunión con el Sol, principio creador de la vida en la Tierra. En ese momento en que todos los adeptos de los «Tertulianos» alcancen dicha comunión, las llamas del Sol caerán sobre nuestro mundo abrasando a todo aquel que no haya creído en su fe. Yo no he querido amenazar a la niña con la verdad, pero sabe que se puede enfrentar a penas de cárcel por insistir en presentar tantas veces una petición negada anteriormente.

Creo que las leyes exageran, si quieren irse al otro mundo ―no afirmo que lo haya, por mí que se vayan a otro planeta, suena más solidario― que lo hagan, pero en silencio, sin molestar. Alabado sea su dios, si lo consiguen. Pero le tengo miedo. Alguna vez me la encuentro en la cafetería los fines de semana, con sus amigos. Incluso se ha puesto a llorar, a victimizarse para darme pena. Eso cuando no me miran todos fijamente con expresión vengativa. Para ellos soy un adulto malvado. Solo deseo que viva lo suficiente para darse cuenta del ridículo que hace. Conozco bien ese sentimiento adolescente de que cuando tienes a tanta gente contigo apoyando tus argumentos, crees que tienes la verdad en tu mano y los demás están equivocados. La invito a ver los archivos de órdenes y religiones que existen actualmente. Y solo hablo por este país, no querrán conocer ustedes las cifras de todo el mundo, porque dejarían de creer inmediatamente en cualquier cosa.

Fin de la tercera parte.

Por Marcos A. Palacios

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Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

4 comentarios sobre «Su salvación por un módico precio (Parte III).»

    1. Casi diría que te ha afectado. Es solo ficción basado en los posibles comportamientos de gente diversa en cuanto al tema principal de la historia. Pero sí, ¡vaya perla! Quiero pensar que esto sirva a quien lo lea para recapacitar sobre ciertos conflictos en la sociedad, conflictos que están ahí y pasan desapercibidos muchas veces. ¡Gracias por comentar! Un saludo

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