‘Sueña con regalos’, un relato de Marcos A. Palacios

Sueña con regalos, un relato de Marcos A. Palacios para todos aquellos que sueñan con la Noche de Reyes todos los años y mantienen la ilusión toda su vida.

Apreciados lectores, antes de nada, gracias por acercaros a este humilde relato. Después de muchos comentarios, tanto en la web como personales por parte de amigos, necesito aclarar que a pesar de la imagen que acompaña a este relato y de la época en la que se ha publicado, es una historia de horror y crítica con ciertos aspectos humanos. Quien me conoce sabe que no soy dado a las fantasías bonitas y he aquí otro ejemplo de mi costumbre. Os pido que leáis muy atentamente, porque he dejado muchos detalles que evidencian lo que os estoy diciendo, así como otros tantos abandonados a la imaginación del público. Gracias.

Sueña con regalos

Era yo un niño, complejo como solo los niños de mi edad pueden serlo durante un tiempo limitado. Sencillo, en cambio, a la vista de los mayores, a los que no he podido entender nunca, porque ya casi no quedan. Tampoco los echo de menos, apenas los recuerdo.

Aquel año decisivo era ajeno a la preocupación de los adultos. Al fin y al cabo, un niño pequeño tenía la ilusión por los Reyes Magos, creía en ellos, en su magia, su facilidad para estar en todas partes a la vez o pasar desapercibidos. Nunca podías verlos. Ahí radicaba la exaltación y el fervor del misticismo que mantenía viva la llama de la ilusión.

Pero, como decían los abuelos, que ni lo bueno ni lo malo duran eternamente —y aquí considero que se referían a un corto período de tiempo en la vida humana—, en el caso de sus majestades de Oriente sucedió lo mismo. Al principio, noté un cambio de hábito en mis padres, y en el resto de padres del barrio. Parecían más despreocupados de lo normal a la hora de preparar la “cena” de los Reyes Magos. Cuando se acercaban las fechas adquirían un semblante serio, oscuro, que me desconcertaba.

Mi inquietud contrastaba con la suya. Por mi parte se me salía el alma por la boca. A ellos, la angustia desbordaba en sus abyectas miradas. La noche en la que perdí la inconsciencia infantil del cuento de hadas yo tenía 11 años. Algunos me siguen diciendo que tardé demasiado en darme cuenta. Pero para ser sincero, me costó, porque los Reyes Magos no eran los padres. Hacía tiempo que dejaron de serlo. Los Reyes Magos existen. Y cada 5 de enero invaden todas las casas del mundo.

A decir verdad, nunca percibí el cambio. Así que hoy entrego mi testimonio con referencias ajenas de los “niños grandes” y de los adultos que he ido conociendo a lo largo de mi vida, de lo que ellos vivieron. Los Nuevos Reyes Magos tampoco son como los imaginamos. Eso ya se sabía. Sí que van ataviados con los ropajes típicos. Una tradición no puede romperse así como así, es lo interesante que las mantiene, a menos que el cambio se produzca lentamente. Pero, bajo las capas y coronas, entre sus barbas, no son como nosotros.

Su única razón de ser era formar parte de la costumbre de nuestra sociedad. Y mientras los niños dormían, ellos montaban sus camellos, sin permiso de nadie —ni de las autoridades o gobiernos—, y se hicieron con el monopolio de la admiración infantil. Está claro que a los adultos no les hacía gracia, pero pronto se acostumbraron a ellos porque les facilitaba muchísimo las cosas. Se ahorrarían las explicaciones una vez que los niños entraban en cierto periodo de dudas y madurez, así como cargar con el coste de los regalos y preparar toda la parafernalia en plena madrugada, con todo el cuidado de que ningún infante se despertara, lo que ocurría más veces de lo deseado.

Pues con ellos no sucedía nada de eso. Es más. Todo el mundo entrabamos en una deliciosa ensoñación olvidada nada más despertarnos. La onírica experiencia dejaba órdenes estrictas en nuestros subconscientes y lo primero que teníamos en mente eran los regalos. Claro está, yo corría a la puerta de la habitación para comprobar si mis zapatillas habían sido enterradas bajo el cargamento de paquetes envueltos en vivos colores y brillantes matices, lazos y pegatinas con mi nombre.

La sensación de vivir en un mundo feliz era difícil de abandonar. Y cada año los regalos aumentaban. Esto provocó el descontento de los padres. Pero por fortuna, no consiguieron impedir que aquellos Nuevos Reyes Magos hicieran su trabajo. Nada se lo impedía. Porque ellos eran también felices. ¿Qué cómo lo sé?

Cuando algo te gusta quieres que dure, y que dure, eternamente si es posible. Como recompensa te queda la inevitable capacidad para reproducir todo lo que te causa placer. Así es el ser humano. Aferrado a la involución, por mucho que desee transformar su espíritu, su entorno, aumentar sus capacidades. Porque todo eso no es más que el deseo de permanecer siempre igual, alcanzar la felicidad extrema, la comodidad más egomaníaca. La completa obsesión por dilatar el gozo absoluto, la vida inclusive.

Y eso es lo que conseguimos. Todas las noches soñamos con los regalos del día siguiente. Los que hemos crecido bajo este deleitoso cautiverio amparados por aquellos Nuevos Reyes Magos, hoy somos también Reyes Magos, y vivimos en la constante percepción pueril de la vida.

©Marcos A. Palacios

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Tripulación CosmoVersus

Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

4 comentarios sobre «‘Sueña con regalos’, un relato de Marcos A. Palacios»

  1. Preciosa reflexión sobre este día tan especial de enero, yo también me acuerdo esperar los regalos con mucha emoción cuando era niña y hoy disfruto viendo a mis hijos, desde que escriben sus cartas hasta que abren sus juguetes. Creo que es uno de esos pequeños placeres que tenemos que conservar en los tiempos tan extraños que corren. Gracias por la nostalgia.

    Por cierto, Feliz Día de Reyes, aunque ya sea bastante tarde, jeje.

    1. Buenos días Fábulas cortas para niños. Muchísimas gracias por pasarte por este humilde cosmoverso y detenerte a leer. Gracias de verdad porque te haya gustado mi relato.

      Sin embargo, debo comentarte que mi intención era escribir un relato digamos de terror. Para escribir terror, ciencia ficción y apocalipsis no es necesario emplear ciertos términos y expresiones para infundir estos sentimientos. Por ello, te explicaré el significado del cuento lo más breve posible.

      A pesar de dejar muchas cosas a la imaginación de los lectores, la verdad es que la Tierra es invadida por unos alienígenas supuestamente benignos que toman el control de la tradición de los RRMM. Con el tiempo quieren más, y comienzan a «eliminar» a los adultos. Después, los niños de aquel momento crecen y a su vez interactúan con los alienígenas y ellos mismos también se convierten en RRMM para «eternizar» la tradición y el estado de permanente ilusión.

      Hasta aquí el resumen de los hechos. Ahora te aclararé otros detalles. El protagonista es un niño cuando comienza todo, y crece con esta situación como «normalizada». Por eso, su tono es positivo, porque para él no es nada malo, y es feliz, es lo que único que conoce y la cultura con la que ha crecido. Por eso mismo al principio habla de que «ya casi no quedan adultos» y que por suerte, los adultos no consiguieron detener a estos Nuevos Reyes Magos, que «no son como nosotros».

      Hay muchas pistas para pensar que este cuento es terrible, de una devastación humana sin límites. Y finalmente, una crítica a al exagerado impulso de querer que todo lo que nos guste se eternice, de manipular el cuerpo humano para vivir más, que no querer que ciertas cosas cambien y sean estables. Doble crítica, además, porque el protagonista, que precisamente no está de acuerdo con esta forma de pensar y actuar del ser humano, vive inmerso en esa condición: «en la constante percepción pueril de la vida». No hay nada más terrorífico que no crecer nunca, que ser un adulto que no evoluciona, de que nada cambie, de eternizar y manipular una tradición y un sentimiento borrando la ilusión de la espera, la incertidumbre. Porque de esta forma se desgasta de tanto usarlo y termina siendo una cárcel permanente.

      Los alienígenas buscaban un sentido a su existencia y lo encontraron aquí. Por medio de la destrucción de la razón, el equilibrio (que son los adultos) frente a la irracionalidad e inconsciencia de la niñez, o para ser más actuales, a la exagerada sensibilidad emocional y posmoderna donde prima más el sentimiento que la realidad o los hechos científicos.

      Es posible que este relato esté demasiado encriptado, que haya cometido el error de adornar la historia con el punto de vista del narrador, y que, publicándolo en una época del año relacionada con la bondad, el amor, la felicidad y todo el sentido positivo que conlleva (además de la portada, alejada del sentido terrible del relato) haya causado confusión en los lectores como tú, haciendo parecer lo que no es (lo que en Psicología se podría denominar sesgo heurístico, en cierto sentido; es decir, el atajo que la mente humana toma para relacionar una imagen o un relato -en este caso- presentados como bonitos y relacionados con la época en la que nos encontramos).

      Siento de verdad que este relato no sea exactamente lo que te ha parecido. Espero que al menos te haya gustado como narración y estilo narrativo. He querido acercarme de este modo al estilo de algunos cuentos de Jack London, sobre todo los apocalípticos y/o relacionados con drásticos cambios sociales o de sistema.

      Quien me conoce, y sobre todo por mi libro de relatos ‘Fantasía y terror de una mente equilibrada’, puede deducir que por lo general mis narraciones siempre derivan a una desgracia y que no trato bien a mis personajes. Creo que la próxima vez trataré de dejar claro de qué va la narración.

      Gracias de nuevo por pasarte por aquí, y decirte que me encanta la noche de Reyes, los regalos, porque tengo muy buenos recuerdos de niño (dejar las zapatillas en la puerta de la habitación y por la mañana encontrarte allí los regalos, en lugar de encontrarlos en el árbol navideño. No sé si esa costumbre es general o solo la hacíamos en casa o en esa época ya pasada).

      ¡Un saludo «mágico»!

  2. Bajo mi punto de vista, se trata de un cuento inquietante donde se sugiere más que se dice. Y esto me parece un gran acierto, un ejemplo de dominio del género terrorífico. Dejar al lector que imagine y complete, que interprete, es algo que disfruto siempre en una historia. Obviamente, cada cual puede extraer sus conclusiones, pero las pistas nos conducen a pensar que, en efecto, algo no va como debería ir. Bien dosificado.

    1. ¡Gracias Eduardo! Espero también que lo hayas disfrutado y que tu extenso imaginario se enrede en las pesadillas de este relato. Un honor compartir contigo trabajo y tiempo 😀 Un saludo, ¡nos vemos pronto!

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