Literatura para niños y jóvenes: ¿original o adaptada?

Literatura para niños y jóvenes. ¿Cómo abordar este tema tan concreto que me ronda la cabeza? Pues como indico en el título, a veces me planteo qué es mejor para los niños y los jóvenes: ¿iniciarlos en la lectura con libros de clásicos adaptados, o plantarles directamente el original? Está claro que no todos son iguales, ni tienen los mismos gustos… incluso a algunos ni les gusta leer.

Literatura para niños y jóvenes

No soy pedagogo, ni entiendo de niños. Pero he sido niño, y he sido adolescente, y… joven (bueno, eso todavía, es una etapa muy larga, por lo que veo). En mis años de escuela ya existían las lecturas infantiles. No tanto las juveniles, tal como hoy se entienden, porque una obra podía estar indicada para jóvenes por, quizá, su contenido «familiar», sin violencia o exceso de ella. Algo así como esas películas donde los malos son descafeinados y los peligros terminan en risas. Pero, al fin y al cabo, era literatura, pura y dura. Y no estaba condicionada por el nivel de comprensión de los niños o jóvenes, sino por la calidad narrativa y el mensaje.

Eran otros tiempos… y otras mentes

A finales de los 80 leíamos a Miguel Delibes en clase, con 13 o 14 años, y no pasaba nada. Nadie se quejaba. Analizábamos a Miguel Mihura, La Celestina y El Lazarillo de Tormes. Con 16 años leí El señor de las moscas, y no me traumaticé. Es más: prefería lecturas sólidas y adultas. Hasta con 18 años me mandaban lecturas en la asignatura de Llengua Valenciana para niños de 12 a 16 años. Eso era algo que me enfurecía porque lo veía estúpido, además de ser libros tan ligeros y fáciles de leer que parecían estar escritos para preescolares. Un profesor de literatura me contó que en su época (serían los sesenta, calculo), se leyó El Quijote con 12 o 13 años. Eran otros tiempos… y otras mentes.

No todos somos iguales

Eso lo tengo claro. No a todos nos gustan las mismas lecturas. No a todos los jóvenes y adolescentes les gusta leer literatura. Tampoco nos gusta a todos las Matemáticas, la Física y Química… y hemos tenido que lidiar con ellas a pesar de detestarlas.

Con esto me enfrento a las modas (o negocios) de ajustar por edades, hasta el extremo, las lecturas de obras clásicas para los adolescentes, como si fueran idiotas y no pudieran entenderlas. A veces me dicen que «los clásicos son muy pesados para su edad». No. No, no y no. No todos somos iguales, pero tenemos que estudiar lo mismo, igual que estudiamos las mismas asignaturas.

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¡¡¡¿¿¿Pero qué haces leyendo esta jk%YW&¿’???!!!

Lecturas no obligatorias

Actualmente, y desde hace ya mucho tiempo, he identificado dos tipos de libros de literatura para niños y jóvenes, pero «adaptados»: los didácticos, que ya existían cuando iba al instituto, y las obras nuevas inspiradas en esos clásicos y sus autores, muy extendidas y replicadas en los últimos veinte años. Son lecturas muy ligeras, realizadas por figuras «famosas» pero que carecen de estilo y arte, justamente de aquello que hizo clásicos a los originales.

En mi entorno he consultado a varias personas relacionadas con la literatura, y todos opinamos igual: estas lecturas atontan y deforman el espíritu de los clásicos (o no tan clásicos). Cervantes, A.C. Doyle, E.A. Poe… clásicos españoles, europeos y norteamericanos rebajados a… ¿a qué? De aquí pueden salir varias líneas de comportamiento, entre las que destaco que el adolescente, a la hora de enfrentarse al original, se le caiga el mito y lo desprecie porque no es lo que esperaba. ¿Y qué esperaba cuando ha leído semejante barbaridad antes?

Es cierto que muchas de estas lecturas no son obligatorias en los institutos de esta nueva década de los 20. Habría que investigar el currículo de las asignaturas que deben cumplir con la labor de enseñar Literatura para niños y jóvenes. La de verdad, en la forma y estilo en que fue escrita.

Sin pena ni gloria

Leer novelas insípidas y sucedáneas no hace lectores. No en lo que a mi experiencia respecta. Y eso es lo que justamente pasa con estas colecciones. Las adaptaciones didácticas por lo menos se ajustan al canon del original y están repletas de notas y vocabulario, apéndices, ejercicios e introducciones a modo de contexto literario e histórico. Algo así como las ediciones de Cátedra o Castalia pero más ligeras.

Sin embargo, la otra linea de libros, esa que adapta según el año de nacimiento del individuo (o el mes, o el día, hasta a eso vamos a llegar), como si fuera incapaz de comprender algo, hace que los chavales no se esfuercen por aprender, tal como hacían nuestros abuelos, más o menos, hace 100 o 120 años, cuando (según tu nivel económico) en la escuela aprendían latín, economía, leyes… ¿Qué aprende hoy un chaval de 16 años? ¿Los estamos sobreprotegiendo y convirtiendo en perfecta masa moldeable y sin criterio?

Los tiempos cambian

No existe mayor insensatez que excuse esta frase. Los tiempos no cambian. Cambian las costumbres, las personas, los intereses. El tiempo es siempre el mismo pero con otra ropa y otros complementos. La inteligencia, la cultura, no pasan de moda, ni cambian con el tiempo: lo que distingue una época de otra es su contenido. Si los jóvenes de hace cien años podían, ¿por qué ahora no? Y si yo, hace veinticinco años, leía a Bécquer (y no adaptaciones aburridas e insulsas, porque eso NO es Bécquer), ¿qué ha cambiado para que los jóvenes de hoy no lo hagan?

A lo mejor es fácil decir todo esto para alguien que adora leer, que escribe y que busca autores de calidad de todas las épocas posibles. Pero como he dicho antes, en la escuela y en el instituto, hace cuarenta años y ahora, a todos nos ha fastidiado siempre alguna asignatura que era una verdadera pesadilla, que nunca hemos logrado superarla. Pero ahí estaba, y está, eterna, estática, inamovible, obligatoria, condenados a estudiarla.

Nota final: No señalo títulos ni editoriales concretos, a pesar de haber consultado algunos. La razón es sencilla: dar a escoger al público lector, sin imponer ni condicionar su comportamiento. Cada cual que lea lo que crea conveniente, pero a sabiendas de lo que lee. Sé que más vale un libro en las manos que unas manos vacías. No obstante, la labor de este tipo de subliteratura, en mi opinión, es preocupante y aporta valor cero; no así al mercado, del que se nutre el negocio.

Fotografías: azerbaijan_stockers

Tripulación CosmoVersus

Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

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