Saturados de información: la batalla por destacar

Saturados de información, generamos y consumimos pequeños extractos de márketing que nos están guiando por el camino del éxito. O no. Pero mientras, parece que nos ocupamos solo de eso. ¿Realmente sirve para algo? ¿Debemos moderarnos? ¿Somos mejores por lo que publicamos?

Saturados de información y contenidos

Mientras escribo este breve espacio de opinión personal, estoy escuchando música para relajarme y que pueda salirme un artículo que genere muchísimas visitas. Voy a emplear técnicas de márketing que, todo hay que decirlo, prácticamente ninguna me ha servido nunca para nada. A lo sumo, un 5% de las veces me ha ayudado a difundir mi santa palabra con resultados objetivos y satisfactorios.

Y así paso los días: estudio, analizo, empleo técnicas diferentes… Y cuando lanzo el anzuelo al mar de las redes sociales, me encuentro con que los demás han hecho lo mismo. No veo más que una repetición de patrones que abusan de la importancia de llevar tu propio nombre para vender lo que ofreces y prostituir tu arte.

La agonía que no acaba

Estamos todos igual: saturados de información ajena. Hiper-acumulación de fotos, mensajes subliminales, peticiones y lloros de desconocidos… Y me han enseñado que esto es lo que hay que hacer. Pero al final, ¿qué te queda? En absoluto pretendo dar a entender que todo esfuerzo cae en saco roto, porque no es así. Sin embargo, lo que primero debería preguntarme es si lo estoy haciendo bien. A veces no entendemos correctamente las instrucciones.

Tómatelo como un trabajo, una inversión. Pero a lo que voy: la excesiva saturación crece de por sí día a día; por otro lado, también hay bajas que no compensan. Es decir, que no se cumple lo de «las gallinas que entran por las que salen». Y así, se alarga la agonía de la obsesión por destacar, crear contenidos sublimes y buscar nichos exclusivos hasta tal punto que las redes y medios que utilizamos para este fin explotan. O explotamos nosotros.

Sin demonizar

No estoy culpando al «sistema». Al fin y al cabo, es un modo de plantearse, como siempre pretendo, lo que se está haciendo. Si realmente vas por el buen camino, si es el método que necesitas utilizar, en qué punto de la carrera te encuentras, si entiendes de qué va el negocio o prefieres ir por otros derroteros…

No sé si os pasa que a veces estáis hasta arriba de tanta información ajena: todo el mundo quiere que le sigas y le consumas; y tú también buscas lo mismo. Al final ¿qué haces? ¿Acaso se convierte el estanque en un universo endogámico donde una serpiente se muerde constantemente la cola? ¿Nos repetimos como robots atascados? ¿Qué pasa cuando nos bombardean de tal forma que caemos en la trampa de los otros pero luego nadie te hace caso?

El quid pro quo ha muerto.

Frustración Versus Autocompasión

Hace poco, en una de las redes sociales a la que tanta alergia le tengo, vi como alguien «lloraba» porque, entre sus miles de seguidores, nadie se hizo eco de su nueva publicación ni le respondió a sus «peticiones de atención». Y así pasaron los primeros días. Entre su discurso negaba que fuera un ataque de victimismo. Y yo creo que le entiendo, porque todos nos hemos sentido alguna vez así. Pero ya sabes dónde te metes cuando empiezas. Sin embargo, considero que el método elegido para expresarse no es adecuado, porque, precisamente, el mensaje que me ha llegado es el de autocompasión. Y eso es un error que puede costar muy caro de cara al público.

¿Eres de los de «sígueme y te sigo» y mensajes directos con spam al estilo «cómprame»? ¡Vade retro, Satanás!

No sé lo que hago aquí

Lo primero que debería plantearse esta persona es si se ha organizado bien; si está empleando las plataformas adecuadas. Hoy en día hay muchas que no gozan de prestigio a pesar de que tienen una tropa inmensa de usuarios: quizá estás donde nadie va a mirar… con buenos ojos. Lo segundo, piensa en tus seguidores, si realmente consumen o solo te tienen en su lista para rellenar su cuota. ¿Haces tú lo mismo con ellos? Y para terminar, ¿cómo te expresas? ¿Te consideras una persona seria que da una imagen segura de sí misma? Si eres un cordero, ten por seguro que solo irán lobos a por ti.

¿Creéis que yo he vendido miles de ejemplares de mi primer libro? ¿Que se han lanzado a comprar y a hablar de él en las revistas especializadas y me han llovido las felicitaciones?¿Me habéis visto suplicar y arrastrarme? Bueno, un anuncio por aquí y por allí para que se conozca el producto; una presentación en vivo o virtual con compañeros y aderezada de algo más que «mi libro», entrevistas… Hago exactamente lo mismo que los demás. Otra cosa es que lo haga mejor o peor. Sin embargo, no me autocompadezco. ¿Frustrado? En ocasiones. ¿Quién no lo estaría? Pero la experiencia no tiene que amargarme la meta alcanzada. Porque esto de publicar es muy, muy satisfactorio y un alimento insustituible para seguir en ello.

Yo, yo, yo y yo

Que sí, que ya lo sé. Que ya sé lo que haces, quién eres y dónde estás. Y te diré algo más: las personas tamizamos la información que recibimos constantemente. Eso si tenemos criterio y evitamos pasar el día saturados de información y publicaciones. Y nos dedicamos a muchas cosas en nuestro tiempo libre. Ya querría yo ver todas las series de Amazon Prime, pero es imposible. Mi vida se rige, entre otras cosas, por lo que me apetece hacer. Y al igual que elijo a mis amigos, no siempre me puede interesar lo que hagas o dejes de hacer, ni siquiera quién eres.

Después del golpe, sincero y sin crueldad, hay que seguir siendo realista. Estamos desbordados tanto de contenido ajeno como del propio.

No es oro todo lo que reluce

Como dice el refrán de marras. ¿Acaso es el público final quien tiene la última palabra y no las técnicas que empleamos para difundir nuestro contenido? ¿Son los lectores los que no tienen criterio y se tragan lo que sea? Estamos en la era digital de un Sálvame Deluxe de libros y escritores de moda y aficionados, que lo único bueno que tienen por ofrecer es una retahíla de intensas lecciones morales en cada foto diaria que publican, para que sepas que son los mejores ciudadanos del mundo y que por ello merecen ser leídos.

La buena presencia no es garantía de honradez

Todos tenemos nuestros defectos y prejuicios. La imagen personal de cada uno es también muy importante. Un consejo que doy, y que me dieron a mí: cíñete a tu obra y no hurgues en temas espinosos. No es una norma estudiada y avalada por los mejores «expertos», pero sí es esencial y está más que comprobado. Después, emplea todos los métodos con esos nombrajos en inglés, si quieres.

¿Qué técnica infalible nos lleva al éxito? Solo hay algunos agraciados. ¿Por qué los demás no lo son? ¿Qué puñetas hay que hacer para tener cientos de miles de seguidores en las redes, peticiones de amistad inacabables, aparecer en los medios como modelo literario, publicar en todas partes y pertenecer a todos los grupos y asociaciones habidas y por haber, vender y ganar muchísima pasta? Mi respuesta es: caer en gracia y que suene la flauta.

El ataque devastador de publicaciones en redes sociales resulta de lo más alarmante y diverso. ¿Vivimos solo para hacernos notar y, mientras, dejamos de lado lo bueno de nosotros mismos? ¿Existimos para estar permanentemente saturados de información y aturar a los demás? Esta es una visión realista, que no pesimista, porque como veis, no son realmente consejos, y no os estoy encaminando al éxito. Pero sí recomiendo lo que no debéis hacer.

Tripulación CosmoVersus

Marcos A. Palacios
Marcos A. Palacios
Administro CosmoVersus y colaboro con la Editorial Gaspar & Rimbau, donde he publicado mi primera obra antológica 'Fantasía y terror de una mente equilibrada' y corregido y anotado los libros de los 'Viajes muy extraordinarios de Saturnino Farandoul', entre otras ocurrencias. Mis reseñas van más allá del mero apunte de si este o aquel libro me ha gustado mucho o no. Busco sorprender y animar a los lectores a leer y compartir mi experiencia personal con los libros, igual que los compañeros de CosmoVersus. Soy muy retro, y no por mi edad, pues a los 20 años ya estaba fuera de onda. Perdón por no evolucionar al ritmo de los tiempos, pero es que soy yo.

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