‘Aquelarre moderno’. Un relato de Edu Melero Verdú

Regresamos a la casa de Megghie Duquesne, la bruja moderna, quien, reunida con su hija y una futura empleada, traza las directrices de su próximo plan… Sigue leyendo el realto de Edu Melero para concerlo tú también.

Una pianista, una adolescente medianamente rebelde, y una mujer con un largo vestido pasado de moda estaban, como las protagonistas de un mal chiste, compartiendo una habitación, sentadas entorno a la alfombra persa de la última. Tia Duquesne, aun con cierta reticencia, pues no sabía qué quería su madre de ella, había aceptado la «entrevista» (entre comillas), con Cinnamon Camden, la pianista que tenía que llevar el infame paquete de su madre.

─Pasaréis apenas unos días juntas.─Decía la mujer mayor, mientras tomaba un sorbo de su té de hierbas desconocidas.─Usted, Cinnamon, llevará el paquete escondido en la banqueta del piano, y tú, Tia, tendrás que ponerte en contacto con José Antonio Argerich, aquél al que se lo tendréis que entregar.

─Todo eso está muy bien, mamá, pero, explícame, ¿qué contiene el paquete? Y… ¿quién es ese hombre? ¿Cómo sabré reconocerlo?

─Tiempo al tiempo, hija. Todo será revelado a su debido tiempo.

─No, pero en serio, ¡dímelo!

─Eh… Señora Duquesne,─se atrevió a aventurar Cinnamon.─Su trabajo me parece… interesante, supongo, pero me gustaría asegurarme de que en el paquete no hay nada… ilegal… y, si lo he entendido bien, pretende que cuide de su hija… que es una menor… ¿no?

La bruja esbozó una sonrisa, que Tia conocía bien:

─El tiempo ha llegado. No os tenéis que preocupar; el paquete simplemente contiene uno de los ingredientes para cierta poción que José Antonio me ha pedido. Podría pasar incluso por el detector de un aeropuerto sin problema. Todo natural, todo legal. Y precisamente, para garantizar su seguridad, señorita Camden, mi hija le acompañará. No al revés; mi hija será la encargada de realizar la transacción.

─…ah. Entiendo.─Cinnamon quedó completamente desarmada con esas frases, aunque tenían más de un recoveco. Pero, por una (y, tal vez, inapropiada), vez decidió fiarse del criterio de su agente; además, por algún motivo, la Sra. Duquesne le caía bien, e incluso le parecía fiable. La que no estaba para nada convencida, por otra parte, era Tia que, conocedora de las tretas de su madre, tenía sus reticencias justificadas por anteriores experiencias. Aunque… nunca le haría una jugada a su propia hija… ¿verdad? Al tiempo que esta se cruzaba de brazos, la pianista se tomó un momento para observar la habitación que la rodeaba, llena de muebles de madera, cachivaches desconocidos, y de los sonidos de la cacatúa ─asumía que mascota de la bruja─ que cazaba moscas con el pico.

─¿Y bien?─Dijo Megghie.

─Y bien que… siempre haces lo mismo. Engañas a los demás para que piensen y hagan lo que quieran.─Dijo Tia.

─¿Y?─Respondió su madre.─No trato de manipularte, ni engañarte. Si no quieres hacerlo, no lo hagas. Sólo quería darte una oportunidad.

─Ya… ¡ya estás otra vez!

Cinnamon percibía que la situación era tensa, así que pensó en iniciar una salida con elegancia; fuera cual fuera la verdad en el trato con la Sra. Duquesne, no quería, ni pretendía meterse en la discusión familiar. Y justo estaba empezando a levantarse del sillón clásico, de estilo español, de la casa Duquesne, cuando la puerta─ventana principal se abrió.

─¡Quaaaaaack!─Gritó la cacatúa, que se llamaba, de hecho, Quack.

─¡Buenas! ¿Es aquí donde vive la bruja esa de las pociones y tal…?

─Ahora mismo no podemos atend… ¡pero si eres tú!─Dijo Tia.

─Eh… ¡ostras, tú eres la tía del paquete!─Dijo el hombre.

─¿¡Disculpa…!?─Tia empezó a ofenderse por ese extraño insulto… aunque sin motivo, pues Jefferson Sparks no se refería a ella.

─¿Perdone? ¿Se refiere a mí?─Dijo Cinnamon.

─¡Sí! ¡Ahora lo sé seguro, reconozco tu voz y tu c… tu silueta! ¡Tú estabas esta mañana en el Hotel Topaz!

─Sí.

─¡Estabas en el bar!

─Así es.

─¡Y hablabas con un hombre sobre cobrar por entregar un paquete!

─Sí… pero, ¿usted cómo sabe todo eso?

─Eh… se escuchaba todo mucho… desde el comedor… jejeje

Una risa nerviosa era toda la excusa que Jefferson presentó a sus tres interlocutoras por escuchar una conversación privada. Aunque claramente lo que había hecho estaba mal, tampoco podía acusársele de nada; simplemente, había que resolver qué hacer con él, pues la entrega, supuestamente, iba a ser completamente confidencial. Tanto Tia como Cinnamon se giraron hacia la Señora Duquesne, entonces, que era la persona en la mejor posición para decidir qué hacer. Y esta, como toda respuesta, dibujó una de sus famosas sonrisas, y dijo al hombre:

─Bienvenido a mi aquelarre.

©Eduardo Melero Verdú, 2021

Edu Melero es colaborador en CosmoVersus. Algunos de sus relatos forman una serie con los mismos personajes; este sigue los eventos de Meathead.

Tripulación CosmoVersus

Eduardo Melero
Eduardo Melero
Si fuera cuadro en vez de persona, sería algo así como esas acuarelas de paisajes tan ajadas y difuminadas que parecen una pintura fauvista (cuando es en realidad un lago con nenúfares). Podría parecer que esto es una desvaloración a mí mismo, pero todo lo contrario: me encantaría tener todos esos colores.

Soy un periodista que, mientras está en paro, enseña música. También soy un músico que, mientras no toca, escribe críticas, diálogos, o cualquier burrada que se me pasa por la cabeza. Si veis mi nombre y frases aquí, es gracias al creador de este blog. ¡Pero no le digáis que os lo he dicho!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *